Entre las piezas conmemorativas que conserva el Museo Numismático (Oficina del Historiador de la Ciudad), se hallan dos medallas que ilustran la postura adoptada por los gobiernos de España e Inglaterra tras la toma de La Habana por esta última potencia en 1762.
Fundidas ambas en plata y bronce, tanto la medalla española como la inglesa reflejan el ánimo de los gobiernos respectivos tras el fin de la llamada Guerra de los Siete Años (1756-1763).

 La medalla española sirve de homenaje a la heroica resistencia del comandante del Castillo del Morro, el destacado marino y militar español Luis de Velazco y de su ayudante, el marqués Vicente González, quienes murieron en el ataque.
Obra del ensayador español Tomás Francisco Prieto, esa pieza está fundida en plata y bronce, y muestra en el anverso los bustos acolados de ambos militares mirando a la derecha. La imagen está bordeada por una frase en latín que reza sus nombres: Ludovico de Velasco et Vicentio González.
Cuando el 6 de junio de 1762 los ingleses atacan La Habana, sobre El Morro caen más de 20 000 bombas y balas incendiarias, hasta que casi un mes después, el 30 de julio, abren una brecha en el baluarte de Texeda, afectando a éste, la torre del Morrillo, garitas y otras edificaciones de madera. Este suceso determinó la rendición de la fortaleza y de la villa.
Fue así que, en el reverso de la medalla española, enmarcada por la leyenda In. Morro. Vit. Glor. Fvntc. (a la memoria de los muertos gloriosamente en El Morro), se estampó una representación alusiva del instante en que la mina inglesa explotó en los límites de esa fortaleza habanera.
Debajo, como exergo, se grabó la inscripción Artivm Academia Carolo Rege Cathol Annvente Cons A. MDCCLXIII(La Academia de Bellas Artes consagra esta medalla con anuencia del Rey Católico Carlos III, en el año de 1763). Luego de tomar La Habana –cuya capitulación fue el 12 de agosto de 1762–, los ingleses también acuñaron una medalla en plata y bronce. Sin embargo, en este caso el propósito fue celebrar esa extraordinaria hazaña de armas bajo el reinado de Jorge III. Con la vista tornada hacia la izquierda, el busto del monarca se distingue en el anverso de la medalla, acompañado de una leyenda en latín que expresa Georgius Tertius Rex (Jorge III Rey). Por el reverso, se observa en el centro una serpiente sosteniendo una balanza, la palabra Pax (Paz) con un ancla debajo, y escrito en números romanos, el año 1763.
Como parte del diseño, en dicho reverso se encuentran –además– las fechas de inicio del ataque a La Habana y de la de capitulación de la misma, así como el nombre de los jefes vencedores. Igualmente aparecen los nombres de los territorios que ocupó Inglaterra en América durante toda la Guerra de los Siete Años (1756-1763). En esta contienda el Caribe desempeñaría otra vez un papel singular. El tercer Pacto de Familia entre Francia y España hizo inminente la entrada de esta última en la confrontación bélica, cuando Francia ya estaba en retirada. Era la oportunidad que tanto había añorado el ex ministro de Estado inglés William Pitt para ocupar La Habana, llave de América, que ahora el Almirantazgo británico podría convertir en realidad.
La armada británica salió de Spithead, integrada por 34 barcos de línea y buques de diferente porte, bajo la dirección del almirante sir Jorge Pockock y su segundo, el comodoro Keppel. El jefe del ejército era el conde Arbemarle y su segundo el general lord Jorge Elliot. Más de 10 000 hombres de tropa y 8 000 de tripulación vinieron de Gran Bretaña, a los que se agregaron refuerzos de Nueva Inglaterra y 2 000 peones negros de Jamaica. Unos 20 000 hombres en total. Las dos direcciones fundamentales de ataque fueron ocupar la Loma de la Cabaña y el Castillo del Morro, para desde tales posiciones invadir la ciudad.
Los ingleses, apoyados en un minucioso informe del almirante Charles Knowles, desembarcaron por la playa de Bacuranao y se lanzaron al asedio de la ciudad.

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