A la reapertura del Museo Napoleónico de La Habana antecedió la etapa de su restauración capital, en la que intervinieron los especialistas de la Oficina del Historiador de la Ciudad. Gracias a su Dirección de Patrimonio Cultural y, en especial, a los gabinetes de Restauración y de Pintura de Caballete, fue posible asumir una labor de tamaña responsabilidad.

Este museo posee más de 7 400 piezas museables, casi todas de primera categoría: pinturas, grabados, esculturas, muebles de estilo, trajes, equipo militar y armamento, artes decorativas, numismática y una extraordinaria colección de libros raros y valiosos en francés, inglés y español.

A la reapertura del Museo Napoleónico de La Habana antecedió la etapa de su restauración capital, en la que intervinieron los especialistas de la Oficina del Historiador de la Ciudad. Gracias a su Dirección de Patrimonio Cultural y, en especial, a los gabinetes de Restauración y de Pintura de Caballete, fue posible asumir una labor de tamaña responsabilidad.
Téngase en cuenta que dicho museo posee más de 7 400 piezas museables, casi todas de primera categoría: pinturas, grabados, esculturas, muebles de estilo, trajes, equipo militar y armamento, artes decorativas, numismática y una extraordinaria colección de libros raros y valiosos en francés, inglés y español.
Carpintería, vidrios, luminarias, decorados, tapicería, yesos, pisos, metales, pinturas... fueron objeto de un minucioso trabajo. Así, por ejemplo, la biblioteca –que cuenta con casi 100 m2 de superficie de madera– requirió ser sometida a un arduo proceso para borrar las huellas de una aplicación errada y tratar adecuadamente los recubrimientos.
A su vez, se devolvió el esplendor al resto del mobiliario, el cual presentaba un alto grado de deterioro; a las lámparas, algunas de gran tamaño; a la cerámica y a la colección de armas. Especial mención merece el tratamiento dado a la colección pictórica, la mayoría de cuyas piezas fueron intervenidas.
En total fueron procesados 40 cuadros, todos bajo el concepto de mínima intervención. Estas obras requirieron de diferentes tratamientos: 22 de ellas, por ser de gran formato, trabajadas in situ, mientras que el resto pudo ser trasladado al Gabinete por un equipo especializado.
En general, el estado de conservación de las obras era bastante bueno: presentaban buena adherencia de la pintura y buen estado del soporte (lienzo, metal o madera), lo cual facilitó el criterio de restauración. En algunos casos se hizo necesario limpiar la capa pictórica, estucar y retocar pequeños faltantes; los retoques torcidos fueron eliminados y reintegrados.
Eso sí, los bastidores y marcos presentaban gran deterioro producto del ataque de xilófagos, por lo que hubo que fumigarlos y restaurarlos completamente. Algunos estaban destruidos y fueron sustituidos.
Para el 20 de octubre de 2010, Día de la Cultura Cubana, el trabajo de conservación-restauración ya había culminado satisfactoriamente.

Laina de la Caridad Rivero Díaz y Reinaldo Piñero García
Restauradores del Gabinete de Pintura de Caballete


 

La pintura neoclásica: nexo fecundo entre el arte napoleónico y el arte cubano

Además de resultar sumamente atractivas al más amplio público, las colecciones del Museo Napoleónico de La Habana constituyen una oportunidad para los estudiosos de la Historia del Arte, al plantearles un reto cronológico y temático. Su pinacoteca es idónea para iniciarse en el estudio de la pintura francesa de los siglos XVIII y XIX, cuya influencia llegó hasta Cuba en la figura de Juan Bautista Vermay, quien en 1818 fundara la primera Escuela Gratuita de Pintura y Dibujo de La Habana, que en 1832 pasó a llamarse Academia de San Alejandro.
Por demás, a este pintor neoclásico se deben los óleos que, colocados en el interior de El Templete, recrean la misa y cabildo fundacionales de la villa habanera y el propio acto de inauguración de ese templo por el obispo Espada, mecenas y promotor de las ideas reformistas ilustradas en la sociedad cubana.  
Se afirma que Vermay (1774-1833) fue discípulo de Jacques-Louis David y hay pruebas de que gozó de cierto reconocimiento en los círculos artísticos durante el gobierno de Napoleón I Bonaparte. Así, su óleo La muerte de María Estuardo se conserva precisamente en un actual museo napoleónico: en el castillo de Arenberg, Suiza, donde residiera Hortensia de Beauharnais, entenada del Emperador y esposa de su hermano Luis Bonaparte, a la cual dio clases de pintura. Con ese cuadro, se afirma que Vermay ganó medalla de oro en la Exposición de Pintura de París, en 1808, donde compitió junto a su maestro David y los condiscípulos Gros, Gérard y Girodet, entre otros.
De modo que no es pura coincidencia, sino prueba de la existencia de un nexo fecundo, que cuadros del propio Gérard, así como de Robert Léfèvre, Bosio, Meissonier y Belanger —entre otros pintores napoleónicos— fueran tratados por los mismos especialistas que hace algunos años restauraron aquellos lienzos habaneros de Juan Bautista Vermay, cuyo nombre lleva el Gabinete de Restauración de Pintura de Caballete de la Oficina del Historiador de la Ciudad. (A.C.)

 

Junto a bienes museables del Primer Imperio, en el Museo Napoleónico de La Habana se conservan objetos que datan de etapas posteriores, como el óleo Napoleón preparando la ceremonia de su coronación, del pintor academicista Jehan-Georges Vibert (París, 1840-1902).

 

Comentarios   

DOMINIQUE DIONISI
0 #1 DOMINIQUE DIONISI 17-12-2011 15:49
Bonjour,
Existe-t-il une version française de ce texte qui me semble très intéressant ? Je ne maîtrise pas la langue espagnole.
Merci.
Sentiments amicaux.

Dominique DIONISI
Membre de l'association CUBA COOPERATION-FRANCE.
Chargé des relations entre CUBA et la CORSE.
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