Desenfadada y auténtica, la arquitecta española María Luisa Cerrillos regresó a La Habana para dialogar con sus colegas del Centro Histórico, esta vez luego de haber participado «en el más interesante encuentro que se haya realizado en mucho tiempo sobre políticas de conservación y restauración», según expresara Eusebio Leal Spengler. La arquitecta española disertó aquí sobre el tema que presentó en el evento «Patrimonio y ciudad en Iberoamérica: teorías, modelos y propuestas», organizado por la Comunidad Autónoma de Extremadura en la ciudad ibérica de Cáceres.
María Luisa Cerrillos diserta en el patio del Museo de la Ciudad.

Desenfadada y auténtica, la arquitecta española María Luisa Cerrillos regresó a La Habana para dialogar con sus colegas del Centro Histórico, esta vez luego de haber participado «en el más interesante encuentro que se haya realizado en mucho tiempo sobre políticas de conservación y restauración», según expresara Eusebio Leal Spengler.
Catalogada por el Historiador de la Ciudad de la Habana como ejemplo de «esas amistades entrañables y difíciles que son –a fin de cuentas– las buenas», la arquitecta española disertó aquí sobre el tema que presentó en el evento «Patrimonio y ciudad en Iberoamérica: teorías, modelos y propuestas», organizado por la Comunidad Autónoma de Extremadura en la ciudad ibérica de Cáceres.
Según ella misma confesó, durante ese encuentro ofreció deliberadamente una conferencia sobre «Apropiación social del Patrimonio», ya que –excluyendo el caso cubano– en la mayoría de los países latinoamericanos «no se restaura el Patrimonio para devolverlo a la comunidad, sino para sustraérselo». Hay razones importantes que tener en cuenta para analizar los vínculos de la Oficina del Historiador con María Luisa Cerrillos, quien durante casi dos décadas fuera directora del Programa de Preservación del Patrimonio Cultural en Iberoamérica, impulsado por la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI).
Gracias a su gestión se hizo realidad –entre otros sueños– la escuela-taller Melchor Gaspar de Jovellanos, de la cual han egresado centenares de jóvenes para integrarse a las labores de restauración de la Habana Vieja. La arquitecta española vale ser recordada por el solo hecho de haber introducido ese sistema de escuelas-talleres en varios ciudades del continente: en Joao Pesoa (Brasil), en San Juan y en Ponce (Puerto Rico), en Cartagena de Indias (Colombia), en La Habana...
«¿De quién es el Patrimonio, para quién se restaura?», se preguntó la experta antes de puntualizar en los aspectos que –a su entender– deben tener en cuenta quienes se dedican a rescatar y salvaguardar las ciudades históricas. «Esas ciudades tienen todos los problemas y más, por eso mismo: porque son históricas», de ahí que –agregó– no haya institución de cultura en el mundo que pueda salvarlas por sí sola, sino que compete a toda la sociedad enfrentar los problemas infraestructurales que la rehabilitación de las mismas conlleva: gestión del hábitat, transporte, tráfico, contaminación ambiental...
Consciente de cuán necesarios son los planes de desarrollo económico y social para el rescate de tales áreas con alto valor patrimonial, Cerrillos alertó sobre el fomento del turismo como único método de revitalización.
«La clave de la rehabilitación es la vivienda», sentenció, pues ante todo –dijo– se necesita repoblar esos sitios, devolvérselos a la gente para recuperar la escala de la ciudad a nivel de barrio, de las calles, de los edificios... «para recuperar la ciudad donde te relacionas con los que están a tu alrededor».
A instancias de Cerrillos, en su momento la AECI apoyó resueltamente con asesoría y equipamiento tecnológico la creación del Plan Maestro para la Revitalización de la Habana Vieja, una gran parte de cuyos miembros asistieron a la conferencia de la arquitecta española en el Museo de la Ciudad.
A ellos parecía dirigirse la amiga de Cuba cuando reconoció que para luchar legítimamente por la rehabilitación de los Centros Históricos no basta con atenerse al lenguaje de un mero arquitecto urbanista.
«Hay que actuar como gestores económicos y sociales, conscientes de que nuestra labor implica arriesgarse siempre el puesto si se actúa con amor y pasión», concluyó.

María Grant
Opus Habana


Tomado de Opus Habana, Vol. III, No. 1, 1999, Breviario.

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