Con la revitalización de la tertulia Corcel de Fuego y la actuación del grupo danza árabe Aisha-Al Hanan, la Casa de la Poesía conmemoró este miércoles 18 de febrero el centenario del natalicio de una de las principales figuras de la literatura cubana contemporánea: Félix Pita Rodríguez. Nacido en 1909 en Bejucal, Pita Rodríguez compartió roles intelectuales con figuras como Alejo Carpentier, Juan Marinello y Nicolás Guillén y desarrolló una labor cultural tan meritoria que mereció el Premio Nacional de Literatura en 1985. Su fallecimiento, el 19 de octubre de 1990, privó a la cultura cubana de una de sus más versátiles voces.

Porque la poesía está ahí (…) Y cuando digo la poesía, digo la poesía, la que va con el poeta con su sombra, está a su lado con cada paso durante el día y establece con él el diálogo inefable…

 
 Caricatura de Félix Pita Rodríguez realizada por el conocido dibujante Juan David.
No habría mejor homenaje para el cumpleaños número 100 del autor de De sueños y memorias que la reanudación de la tertulia Corcel de Fuego en un espacio tan especial como la Casa de la Poesía del Centro Histórico. Mucho se podría escribir sobre una personalidad literaria tan señera como Félix Pita Rodríguez, pero más que el recuento de sus azares intelectuales sería mejor destacar la impronta dejada en los cultores del ars poetica, que descuella por su variedad y constancia.
Constancia es el adjetivo justo, como diría Alfonso Reyes, para describir a la tertulia Corcel de Fuego tan genuina como profunda, tan única como variopinta. El 16 de noviembre de 1997 un grupo de trabajadores del Centro de Investigaciones del Petróleo (CEINPER), inclinados hacia la poesía, decidieron dar rienda suelta a sus inquietudes culturales y fundaron una tertulia que, más que reunirse, pretendía enriquecer el espíritu de sus miembros gracias al ensalmo de la lírica.
Ninguno provenía del mundo de las letras. Ingenieros, geólogos, químicos… partían de la universalidad de la sensibilidad poética que rompe con los encuadramientos profesionales, y se apoyaron en la ejecutoria de un poeta sencillo para dedicar las horas de almuerzo y recreo en leer poemas, aprender sobre escritores y tendencias, latir bajo estrofas encendidas e intimistas, hacer converger la literatura con la danza, la música, enriquecer la amistad. Por eso la bautizaron Corcel de Fuego, como el primer poemario de Félix Pita Rodríguez.
Así, Maritza y Orlando Rodríguez lograron que su empresa los autorizara a reunirse después de la jornada laboral. Como la tertulia fue creciendo en adeptos, se invitaban trovadores y poetas y cada vez fueron reuniéndose más personas alrededor de aquel inusual cenáculo. Aquello provocó preocupación en el departamento de seguridad y protección de la empresa, pues ingresaban al centro personas ajenas a la entidad.
Tras la mediación de la poetisa Ángela de Mela, la Casa de la Poesía de la Oficina del Historiador, los acogió todos los terceros sábados de cada mes, a las tres de la tarde. Todos, pues ni los ciclones detuvieron a los asiduos tertulianos. Sólo la enfermedad de Maritza en 2007 hizo abortar la tertulia que tan buena acogida había tenido a lo largo de diez años, durante los que había merecido, entre otros, el Premio Elena Gil, del Centro Cultural Félix Varela; el Tulipán del Cerro y menciones por trabajos científicos sobre cultura comunitaria. Incluso convocaban anualmente el Premio de Poesía Corcel de Fuego con respaldo económico del CEINPER.
 
 Félix Pita, en 1937, junto a Alejo Carpentier, Juan Marinello y Nicolás Guillén durante el II Congreso Internacional de Escritores en Defensa de la Cultura.
Pero como todas las obras trascendentales están condenadas a perdurar, la mejoría de Maritza llenó de fuerzas a los tertulianos y Corcel de Fuego renació, ahora para siempre, el mismo día en que su inspirador cumpliera su primer centenario, tal ofrenda y tributo a su trayectoria, así como al compromiso social y cultural que ya tiene en el universo comunitario cubano. Para ello, en su sede por excelencia, la Casa de la Poesía, se unieron fundadores y continuadores al ritmo de la danza árabe —también motivo poético de Félix Pita— llevando otra vez la alegría y el saber a todos los corazones.
Por eso no habría mejor homenaje para ese señor de las letras. Poeta, traductor, cronista radial, narrador y ensayista, Félix Pita comenzó su labor literaria sobre los rieles del vanguardismo, para terminar desempeñándose como vicepresidente de la Unión Nacional de Escritores de Cuba (UNEAC) y presidente de su Sección de Literatura, jurado de los principales concursos nacionales e internacionales, como el Premio Casa de las Américas.
Su extensa bibliografía incluye textos como Las crónicas, poesía bajo consigna (1961), Tarot de la poesía (1976), Cantigas (1979) —poesía—, La pipa de cerezo y otros cuentos (1987), Aquiles Serdán 18 (1988) —cuento—; así como el ensayo De sueños y memorias (1985), que le valió el Premio de la Crítica en 1986. Además del Premio Nacional de Literatura en 1985, fue condecorado con la Orden Félix Varela y la medalla Por la Cultura Nacional.  

Rodolfo Zamora Rielo
Opus Habana

 

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