Después de años de considerables esfuerzos el 28 de enero de 1925, se abrieron las puertas de la casita de Paula al pueblo de Cuba; el empeño de un grupo de cubanos apoyados por la labor perseverante del fervoroso martiano, periodista y escritor Arturo. R. de Carricarte,  hizo posible  que aquella vieja casita colonial, casi en ruinas, se reconstruyera para inaugurar el Museo José Martí como  el primer recinto para el estudio y veneración del Maestro.
Para el pueblo cubano, el homenaje más sincero que puedan ofrecer a su Apóstol, es la visita a la casa que le sirvió de cuna, sobre todo en la infancia, es un sentimiento de arraigo popular que se mantiene desde hace más de ocho décadas, por eso es oportuno explicar todas estas valoraciones, temas recurrentes para los historiadores y estudiosos de la vida del Héroe de Dos Ríos. 
 
Después de  años de considerables esfuerzos el 28 de enero de 1925, se abrieron las puertas de la casita de Paula al pueblo de Cuba; el empeño de un grupo de cubanos apoyados por la labor perseverante del fervoroso martiano, periodista y escritor Arturo. R. de Carricarte,  hizo posible  que aquella vieja casita colonial, casi en ruinas, se reconstruyera para inaugurar  el Museo José Martí como  el primer recinto para el estudio y veneración del Maestro.
Carricarte desarrolló una labor intensa para lograr las primeras colecciones del Museo, en ocasiones a título personal, fue el fundador de la Sociedad Martiniana —un movimiento que en aquellos tiempos llamaba a la unión de todos para conocer mejor a Martí—, promovió la primera ruta martiana, por cada uno de los campamentos de Playitas a Dos Ríos, ruta en la que se unió Marcos del Rosario  uno de los expedicionarios que desembarcaron en Playitas, asimismo fue colectando documentos, libros y objetos que habían pertenecido al patriota insigne; tuvo la oportunidad de entrevistar a Rita Amelia,  la hermana de Martí que aún vivía, así como  a parientes y amigos que conocieron a Martí; su tarea apenas reconocida, tiene hoy un extraordinario valor para el conocimiento de un patrimonio martiano que se pudo perder en el olvido, o dispersar en manos privadas para uso indiscriminado.
La pequeña edificación que incluye la casita natal, inicialmente comprendía también una galería iconográfica, la biblioteca y el archivo donde se organizaron varias funciones integradas al Museo.1
El Museo José Martí no tenía crédito oficial, casi todo el personal que lo atendía lo hacía voluntariamente, en acto desprendido de todo beneficio personal, por amor a la Patria y a su Apóstol,  el único nombramiento fue para el cargo honorario de director técnico, la atención a los visitantes en muchas ocasiones la ofrecían a modo de colaboración  los estudiantes universitarios y obreros martianos.  En los años 40 la secretaría de la FEU tenía entre sus deberes ayudar a la conservación del Museo por medio de las recaudaciones y alistando a martianos dispuestos a laborar como vigilantes de sala.  
Aunque el  Museo fue inaugurado en 1925, no aparece legalmente instituido hasta 1928, fecha en que aparece registrado  en  la  Gaceta Oficial 149 del 21 de julio de ese año, mediante el decreto 1187 del 11 de julio.
El natalicio de José Martí, una versión histórica de la década de 1940.
A finales de la década de 1930 circularon rumores entre martianos, donde se cuestionaba el hecho del nacimiento de nuestro Apóstol de la Independencia, tema que fue bien abordado por los historiadores de aquellos tiempos, a petición de la señora Sara del Prado quien ocupaba el cargo de secretaria de correspondencia de la Asociación Por Martí.
 
 Retrato de Leonor Pérez, madre de José Martí.
En el libro Martí, hombre, de Gonzalo de Quesada y Miranda, en la década de 1940, apareció publicada  la referencia de que  Carolina Fernández del Castillo (Cocola) —cuyo padre  había sido compañero de Martí en el presidio— decía  haber escuchado de Mariano Martí,  durante su estancia en New York,  que su hijo había nacido en el barracón siete de la fortaleza de La Cabaña, esta publicación provocó cuestionamientos por todos los que profesaban gran respeto y honra hacia la casita de Paula.
La Academia de Historia de entonces se propuso crear una comisión para esclarecer el asunto. Participaron en esta tarea el capitán del Ejército Libertador  Joaquín Llaverías, en su condición de director del Archivo Nacional;  Emilio Roig de Leuchsenring  como Historiador de la Ciudad; Emeterio Santovenia y Echaide, presidente de la Academia de Historia  y secretario de actas; y Gonzalo de Quesada y Miranda, depositario del archivo de Martí, fundador de  La Fragua Martiana y el Seminario Martiano de la Universidad de La Habana.
La comisión preparó un informe con todas las hipótesis posibles, partiendo de argumentos de personas que estuvieron relacionadas con el tema, aquí jugó un papel importante y definitorio la información ofrecida por Arturo R. de Carricarte, sobre el testimonio que él había recibido directamente de Rita Amelia Martí, la única hermana que le quedaba viva al Apóstol para esa época.
La conclusión de la comisión quedó fundamentada en un acta. El testimonio documental que se recogió en esa acta  para demostrar el nacimiento de Martí, sólo dejó un detalle para cuestionar  « …que no existe y que no se ha presentado ningún documento suscrito directamente por  Leonor Pérez, la madre de Martí, donde esta hiciera constar que su hijo nació en Paula 41, luego 102 y hoy Leonor Pérez 214», esto fue argumentado seguidamente por el historiador Félix Lizaso y González, con un trabajo que títuló La Casa de Martí, donde reconoce un testimonio escrito por Leonor Pérez que  apareció asentado en una carta de solicitud de autorización a la Congregación Religiosa de Santa Catalina de Sena, para colocar la lápida que dejara  marcada la casa donde nació su hijo.
Entre otros aspectos que motivaban la duda, estaba también el hecho de que había  aparecido una certificación de bautizo de Martí en La Cabaña; hoy conocemos, gracias al investigador Luis García Pascual,2 de dos certificaciones de bautizo de Martí, una en La Cabaña, y otra en la Iglesia del  Santo Angel.  Los capellanes de regimientos españoles tenían facultades para bautizar en otras iglesias, no exclusivamente en la parroquia correspondiente al lugar del nacimiento del bautizado, lo cual  nos induce a reafirmar que el capellán que bautizó a Martí,  Don Tomás Salas y Figuerola, tenía además un libro personal donde asentaba sus bautizos, como se prueba en uno de los documentos.
 A pesar del tiempo este tema ha trascendido hasta nuestros días, la adquisición de la copia del expediente militar de Mariano Martí, que aparece en el  Archivo General Militar de Segovia, España; donado al Museo Casa Natal de José Martí por los investigadores Adys Cupull y Froilán González, nos propone una nueva valoración, reseñada en parte por estos autores en su libro Creciente Agonía.
Para aquellos que precisan el detalle, pueden remitirse a la  información que aparece en la 3ª sección del expediente de Mariano Martí 3, la idea de que se está pidiendo un certificado en que conste de que Doña Leonor Pérez Cabrera, ha estado hospitalizada en la enfermería de la Fortaleza de la Cabaña en los alumbramientos de sus dos primeros hijos, tiende a confundir a muchos —este es sólo el segundo párrafo—, lo importante se consigna textualmente en la primera parte del documento:   «El Ministerio pide certificado de la orden por la que se obligaba a los sargentos primeros de artillería destacados…», no afirma que certifica, además, al final, con otra letra, aparece escrito no hay nada; a esto  se puede añadir que Adys y Froilán 4 realizaron una búsqueda en los expedientes de las hospitalizadas en La Cabaña y no encontraron ninguna referencia a Leonor.  Este escrito sólo representa una solicitud de certificación, de la que no conocemos respuesta, además no aparece fechado ni firmado, detalles que ayudarían a precisar las razones por la que se expidió.
El Departamento de Artillería de la Isla de Cuba, registraba a cada uno de los soldados con sus méritos y ascensos, de aquí procede el expediente del padre de Martí, para aquellos tiempos existía una orden que obligaba a los que se destacaban como sargentos primeros de artillería a residir en la Fortaleza La Cabaña,  Mariano Martí, no se acogió a dicha orden, desde 1852 alquiló la casa de Paula 41, junto a sus  cuñados, a partir de su matrimonio con Leonor.
Por tanto, ese documento que algunos han querido utilizar,  no constituye prueba que haga desvirtuar el tema del lugar del natalicio de Martí. Es innegable el argumento ya probado, sobre el que no se puede cuestionar las esencias de la casita de Paula, se trata del testimonio de una madre. 5
Para el pueblo cubano, el homenaje más sincero que puedan ofrecer a su Apóstol, es la visita a la casa que le sirvió de cuna, sobre todo en la infancia, es un sentimiento de arraigo popular que se mantiene desde hace más de ocho décadas, por eso es oportuno explicar todas estas valoraciones, temas recurrentes para los historiadores y estudiosos de la vida del Héroe de Dos Ríos.
 
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 1 El folleto con el título “La Casa Natal del Apóstol, inventario distribución 1925”, recoge croquis, fotografías y descripciones de las exposiciones en cada una de las plantas, así como el catálogo de la biblioteca. 
 2  García Pascual, Luis: José Martí: Documentos Familiares, p. 153 
 3  García Pascual, Luis.  José Martí: Documentos familiares.  p. 55
 4  González, Froilán y Adys Cupull: Creciente Agonía.
 5  Ver el acta publicada en la Bohemia del centenario con las pruebas documentadas  que presenta Arturo R. de Carricarte como director del Museo José Martí.



 
 
Dioelis Delgado Machado
Directora del Museo Casa Natal de José Martí

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