Durante su visita a La Habana en junio de 2006 el escritor José Saramago recorrió la zona más antigua de la capital junto a su esposa Pilar del Río, especialistas de la Oficina del Historiador de la Ciudad, y representantes del Ministerio de Cultura. Uno de los momentos más emotivos fue el encuentro del autor de Ensayo sobre la ceguera con el Historiador de la Ciudad, Eusebio Leal Spengler, en su sede: el Palacio del Conde de Casa Lombillo.
Durante el recorrido Saramago pudo conocer acerca de la evolución de algunos proyectos de restauración, del modelo de gestión de la Oficina del Historiador, y de los más significativos programas socioculturales que tienen lugar en la zona.

 La restauración del Centro histórico de la Habana Vieja avanza a buen ritmo y se nota en las calles, en la recuperación de los edificios, en la cantidad de establecimientos nuevos», expresó el Premio Nobel de Literatura José Saramago al recorrer la zona más antigua de la capital cubana el 15 de junio pasado.
Acompañado por especialistas de la Oficina del Historiador de la Ciudad, junto a su esposa Pilar del Río y representantes del Ministerio de Cultura, Saramago visitó el Museo de la Ciudad, antiguo Palacio de los Capitanes Generales; los hoteles Santa Isabel, Ambos Mundos y Raquel, la perfumería Habana 1791, la Maqueta de la Habana Vieja y la Casa-museo Oswaldo Guayasamín.
Durante el recorrido, el Premio Nobel de Literatura conoció acerca de la evolución de algunos proyectos de restauración, del modelo de gestión de la Oficina del Historiador, y de los más significativos programas socioculturales que tienen lugar en la zona.
Saramago se interesó por conocer obras de gran formato realizadas por artistas contemporáneos como el mural que recrea la fachada del antiguo Liceo Artístico y Literario de La Habana, ubicado en la calle Mercaderes, y admiró detalles arquitectónicos y enrejados de la época colonial, conservados gracias a la obra restauradora.
«La Habana tiene un pasado y una riqueza histórica impresionantes, y la diferencia es que todo eso ahora parece más cercano. Antes era una ciudad donde todo estaba pero de una manera invisible, y ahora es como si el esfuerzo por cambiar la ciudad llevara a modificar el punto de vista que uno tiene con respecto a ella. Es una experiencia que no vamos a olvidar», declaró el escritor portugués.
«Lo importante de ello –argumentó– es que todo ese proceso de rehabilitación se ha hecho sin perder nada de su propia identidad».
Un punto importante del recorrido fue el proyecto de recuperación de la imagen de la desaparecida iglesia de San Juan de Letrán, sede de la primera universidad cubana, que fuera demolida a fines de 1950 –junto a su aledaño convento de Santo Domingo– para erigir en su lugar un edificio moderno cuya azotea sería una terminal de helicópteros.
La restitución simbólica del antiguo inmueble entremezcla elementos históricos con otros más contemporáneos, como es la erección de una torre que recuerda la original del desaparecido convento, y la reproducción del aula magna y la biblioteca universitarias a tenor con los planos originales.
En cuanto a la edificación moderna, Saramago opinó que el recubrimiento de sus fachadas con vidrios reflectores de la arquitectura colonial circundante «es una idea maravillosa».
Uno de los momentos más emotivos fue el encuentro del autor de Ensayo sobre la ceguera con el Historiador de la Ciudad, Eusebio Leal Spengler, en su sede: el Palacio del Conde de Casa Lombillo.
En un diálogo fraterno, ambas personalidades intercambiaron anécdotas y recordaron a un amigo común: Oswaldo Guayasamín.
«Podría haberme quedado allí toda la tarde y el resto del día charlando, y sobre todo escuchando a Leal. En su cabeza hay una biblioteca, todo lo que se pueda imaginar de conocimiento histórico, pero que no se limita a lo que sabe sobre Cuba o La Habana Vieja, sino que tiene un conocimiento histórico general que lo convierte en una especie de sabio universal con una forma extraordinaria de transmitir los conocimientos», expresó Saramago tras el encuentro.
El Premio Nobel de Literatura concluyó que ésta había sido una visita diferente al Centro Histórico de La Habana, mucho más cercana e instructiva. «Pilar y yo hemos recibido la impresión de estar viendo una ciudad nueva», sentenció.
Al día siguiente, sábado 16 de junio, el escritor portugués retornó a la Habana Vieja, pero esta vez para presentar una reedición cubana de El evangelio según Jesucristo en el Palacio del Segundo Cabo, sede del Instituto Cubano del Libro.
En el amplio portal de esa casona colonial, abarrotado de público, Saramago disertó sobre su novela y luego firmó –durante casi una hora y media– centenares de ejemplares de la misma... a pesar del inmenso calor de aquel mediodía habanero.

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