En el parque Madre Teresa de Calcuta, en el Convento de San Francisco de Asís, puede apreciarse la instalación La mesa del silencio, realizada por el ceramista Carlos Alberto Rodríguez Pérez.
La instalación La mesa del silencio, hecha en esmalte mate sobre barro, es uno de los atractivos que puede apreciarse en el parque Madre Teresa de Calcuta, en el Convento de San Francisco de Asís.

Aunque su edad apenas sobrepasa las cuatro décadas, a Carlos Alberto Rodríguez Pérez (La Habana, 1959) se le ha llamado «Maestro» no sólo por haber dedicado gran parte de su vida laboral a la docencia, sino por la maestría con que trabaja los tres elementos primordiales para el quehacer de todo ceramista: la arcilla, el agua y el fuego.
 Una muestra irrefutable de su excelencia es la instalación La mesa del silencio, ubicada para siempre en un sitio del Centro Histórico dado a la meditación y el recogimiento espiritual: el parque Madre Teresa de Calcuta, en el Convento de San Francisco de Asís.
Graduado de la Academia de San Alejandro y del Instituto Superior de Arte (ISA) –donde en la actualidad es profesor de dibujo y cerámica– este artista del barro, con su obra El consumo por el cielo, ganó el segundo premio en la VI Bienal de Cerámica Amelia Peláez, que tuvo como sede el Castillo de la Fuerza, abierta hasta febrero.
Basado como casi todo su quehacer artístico en el ser humano y sus conflictos, El consumo por el cielo intenta hacer ver cómo el consumismo alcanza niveles ya por encima de las capacidades del Hombre, y ni los ángeles, seres puros por excelencia, escapan de esta tendencia de la sociedad contemporánea.
Pocos meses antes, había presentado en la Casa de Carmen Montilla, en el Centro Histórico, la muestra «Luces y olvido», con piezas que evidenciaron un singular dominio de la forma y especialmente del color verde, convertido un tanto en su sello de identidad; también denotaron como constante un aliento humorístico muy contenido para evitar que sobrepase la seriedad del tema. Según el artista, el verde está usado con sentido técnico, ya que al ser una tonalidad neutra, sobria y elegante, sirve para exaltar el volumen –forma de expresión de la escultura– sin hacerle competencia, ni entrar en contradicción. Por eso, Carlos Alberto utiliza este color, ya que sobre todo –ha dicho– le interesa la forma.
Durante la apertura de la muestra, el Historiador de la Ciudad, Eusebio Leal, expresó: «en la obra del Maestro Carlos Alberto se evidencia no sólo el dominio de una técnica y de la vocación, sino ese ejercicio cotidiano de la creación, necesario para que algo sea verdaderamente notable y deje de ser lo de todos los días».
La exposición incluyó varias cerámicas, así como instalaciones. Dentro de estas últimas se destacó la ya mencionada La mesa del silencio.  Hecha en esmalte mate sobre barro, el propio creador ha recordado que con esta obra participó en la VII Bienal de La Habana, cuyo tema –la comunicación– le serviría «como pie forzado».
Se supone que la familia se reúne alrededor de la mesa no sólo para compartir la comida sino los problemas de la vida cotidiana. Y si falla la comunicación entre sus miembros, esta crisis se puede extender hacia la sociedad, de acuerdo con la tesis expuesta por este escultor, ceramista y dibujante.
Por eso, en La mesa... las figuras humanas –de color blanco para acentuar su inexpresividad–, están en una posición determinada sin relación entre sí. En contraste, explica Carlos Alberto, los objetos (la mesa y las sillas) son verdes, tienen vida.
En sus palabras, Leal se refirió entonces a la posibilidad de que el Centro Histórico contara con una instalación de Carlos Alberto: «Para un lugar público, para un jardín... para un sitio donde pueda ser accesible a todos, para que la nueva obra se encuentre con aquellas que le precedieron en el tiempo».
Justo, esa aspiración se convirtió en realidad cuando, para disfrute de quienes desde ahora lleguen al Convento de San Francisco de Asís, se colocara La mesa del silencio, en el parque Madre Teresa de Calcuta.

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