Tanto la venerada Alma Mater, con su inconfundible peinado helénico, como la Estatua de la República, con su imponente altivez, tuvieron como modelos a sendas jóvenes cubanas, cuyos rostros podemos identificar. Menos reconocidas socialmente, otras fueron las beldades —también criollas— que posaron para el cuerpo de palas Atenea (Minerva) en estas dos esculturas habaneras, dignos exponentes del más auténtico espíritu clásico arraigado en el continente americano.

Hoy viernes 7 de febrero, fue presentado el más reciente número de la revista Opus Habana (Volumen XV, No. 2) por el Historiador de la Ciudad, Eusebio Leal Spengler, en el Aula Magna del Colegio Universitario San Gerónimo de La Habana, espacio que resultó pequeño para acoger al numeroso público asistente, incluida una representación de la comunidad sorda de Cuba.

Todavía me parece que puedo encontrar a Liborio Noval (La Habana, 1934) al doblar una esquina de las estrechas calles de La Habana Vieja o como la última vez que nos vimos en el vestíbulo del Palacio de Lombillo. Siempre que lo evoco me viene a la mente aquel hombre jovial que, ataviado con un juvenil chaleco, junto a sus indispensables instrumentos de trabajo, llevaba entre los labios el omnipresente habano.

Con la gala de opereta La vida es bella en la Basílica Menor de San Francisco de Asís, concluyeron anoche las presentaciones en Cuba de una pareja de bailarines de ballet y solistas del Teatro de Opereta y Musical de Bucarest que, acompañados por una orquesta de cámara bajo la batuta del maestro Lucian Vlâdescu, actuaron el martes 21 en el teatro Milanés de Pinar del Río. Ambas funciones formaron parte de la Jornada de la Cultura rumana en nuestro país que incluyó también un homenaje al poeta Mihai Eminescu y la exposición personal «Introspección» de Aurel Patrăşcu que cierra mañana sábado 25. Por tal motivo, Opus Habana reproduce el artículo que sobre este pintor escribiera la crítica rumana Victoria Anghelescu.