A diferencia de otras tierras de América, la isla de Cuba conservó el nombre que le dieron sus primigenios habitantes.
 De la costumbre de nombrar padrinos y testigos de la boda a parientes, amigos y conocidos de buena posición económica, y, sobre todo, de los regalos que éstos deben hacer.
 Contrapunteo entre el ayer y el entonces presente que le correspondía al cronista, Roig retoma y presenta para sus lectores los enfoques de tres términos de época (primos, pollos y pollitas) según el parecer del cronista costumbrista Luis Victoriano Betancourt, quien «merece justamente ser leído por la gente de hoy que quiera conocer cómo era la gente de ayer».
 La paisajística insular, diversa y extensa tanto en el pasado como el presente, cuenta con obras del joven pintor Diego Torres en los que el mar, la calma y un cuidado exquisito por la composición son una particularidad. Él ha logrado «colocarse en un lugar adelantado dentro de la actual promoción de paisajistas cubanos».