Colateral a la Décima Bienal de La Habana, Alejandrina Cué y Lesbia Vent Dumois inauguran este sábado en la Casa de la Obra Pía la exposición «Hilomanía o telatilo». Mezcla de técnicas pictóricas y artesanales, la muestra remite al trabajo textil, la semántica de diversas texturas,fibras y tipografías resaltando la carga emotiva de acciones habituales como coser o tejer y objetos  cotidianos como pañuelos, agujas, cojines. Logran conjugar artes plásticas y la poesía, pues cada obra refleja un verso que teje la vida a mano.
Este muestrario de maravillas es un triunfo de la sensibilidad. Al expresarse con sus propios códigos, Lesbia Vent Dumois y Alejandrina Cué logran una conjunción de arte, literatura y artesanía.

 
 Lesbia Vent Dumois, Fragmento del poema Hexaedro Rosa, escrito por Rubén Martínez Villena a su esposa, Asela Jiménez, en 1924, de la serie «Cartas de Amor», técnica mixta, 2009
En este mundo globalizado, plagado de tensiones y guerras, llamarán siempre la atención artistas que apuesten a la pureza y el candor, no con sensiblería ni concesiones a la nostalgia, sino llevando a la obra el fuego de las pasiones auténticas. Ese fuego crece cuando se vincula a una causa que mucho exige de sí. Tal es el caso de la propuesta de dos creadoras que en esta ocasión corporizan la memoria, las cartas de amor, la saga de las grandes pasiones, las atesoradas evidencias, que muestran sin impudicia, porque estos sentimientos compartidos reclaman la admiración y el respeto por quienes se entregaron con fervor a sí mismos y a la sociedad.
Este muestrario de maravillas es un triunfo de la sensibilidad. Al expresarse con sus propios códigos, Lesbia Vent Dumois y Alejandrina Cué logran una conjunción de arte, literatura y artesanía en la que las fronteras se desdibujan y consiguen integrar en el diseño y realización objetos impregnados de significación.
Parten de una tradición manual doméstica muy enraizada en las mujeres cubanas, pero solo es una referencia, mero punto de partida para la reinvención de un discurso fascinante y seductor.
Lesbia opta por los amores de esos personajes venerados por su ideología firme, su desprendimiento, arrojo y valor, y que con igual ardor resultan paradigmas.
Las obras de Lesbia, expuestas en urnas, remedan el modo en que las prendas de valor se exhiben en las colecciones museográficas. Con ello pretende que el espectador se aproxime a estas «reliquias» en una actitud reverencial, que se despeja ante la atmósfera íntima y poética de la épica, El balance entre textos, íconos y ornamentos le confiere a las obras una dimensión epocal sumamente vívida. No solo hacen referencia al sentimiento, también el temperamento y vivencias de estos personajes están guardados en el cristal.
 
 LesbiaVent Dumois, Carta de José Martí a María Mantilla, Cabo Haitiano, 1895, de la serie «Cartas de Amor», técnica mixta, 2009
Un almohadón de raso con encajes lleva bordada la ternura de José Martí hacia María Granados, el dibujo con la mirada evocadora que acompaña en la distancia; un fragmento de la casaca del Libertador, símbolo del militar infatigable aguerrido, entregado a la causa libertaria americana que centra la atención de su especial atracción por la Manuelita, tan voluntariosa y vehemente; un corsé hermoseado por cuentas, el dolor físico nunca logró doblegar a Frida, en una tormentosa relación con Diego Rivera; el aro de bordar, los elementos de la mujer, María Cabrales, dedicada a dos pasiones: Antonio y la Patria; Tina y Mella, intensos y plenos; Ignacio (Agramonte) y Amalia (Simoni) un idilio perpetuo y un poema que encontró su expresión en ese encristalado hexaedro ten acorde a los requerimientos del poema en que Rubén Martínez Villena supo colocar el amor…
Siete posibilidades de enriquecer el imaginario de los más nobles sentimientos valiéndose de elementos tomados de la cotidianidad femenina de antaño, pero destacando en cada uno de ellos la fuerza que convirtió a cada una de ellas en símbolos. Con estas obras Lesbia salda una deuda con esas mujeres míticas, esos personajes reales que se funden con la leyenda.
 
 Obra de Alejandrina Cué de la serie «Pañuelos antiguos», grafito/pastel, 2009.
Alejandrina opta por una expresión epigramática en sus piezas, esos pañuelitos de frágil apariencia, pero que han resistido el tiempo, el abandono, acontecimientos… para enjugar lágrimas  de felicidad y tristeza, evocadores de aromas pasados, pero portadores de imágenes de tendencia bien actual. En sus obras las representaciones son simbólicas, concentradas, no se identifica a quien pertenece o se alude, pero narra un instante, lleva el sentir de quien lo conserva para mantener vivo el pensamiento y conservar su significación. Sin rehuir las apropiaciones del lenguaje kitsch, porque de tal modo resemantiza el carácter lúdico de la experiencia.
Una muestra sui generis, en la que no se pretende seguir ni implantar  modas, la interacción de las posibilidades expresivas: pintura, dibujo, fotografía, en desenfadada comunión con exquisitas y relegadas habilidades: bordado, tejido, costura… una propuesta osada: guiño y sonrisa cómplice que invitan a una evocación inteligente.   

Virginia Alberdi
(palabras al catálogo de la exposición)

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