Hoy viernes quedó abierta al público en la Casa Carmen Montilla, la exposición «CON-sagrada demencia» del pintor Julio Díaz Fleitas (Matanzas, 1970) que podrá apreciarse hasta el 15 de julio. En opinión del escritor y crítico de arte Jorge R. Bermúdez, el propio título «ya pone en evidencia al artista… y a nosotros, frente a una muestra que viene a ser recapitulación, suma esencial de una etapa del pintor, cual ciclo que, una vez ganado para la experiencia y el arte, viene a decirnos, o más bien a anunciarnos, las nuevas posibilidades germinativas de su necesaria evolución».

Integrada por 16 piezas de pequeño, mediano y gran formatos, la exposición CON-sagrada demencia estará abierta hasta el 15 de julio.

 Las etapas representativas de una cultura, en un primer momento, casi siempre se sienten más hijas de su época que de su país. Sólo después, lo que fue pasaje de un período del artista calado por las particularidades socio-culturales del tiempo en que le tocó vivir y crear —donde no se excluyen las consabidas influencias del ámbito artístico internacional—, empieza hacerse esencia de su expresión más personal, a ganar carta de ciudadanía, a enseñarnos a mirar los tópicos apropiados de otras culturas con ojos propios. Esto es lo que acontece en la presente exposición del pintor matancero Julio Díaz Fleitas. El propio título de la exposición ya pone en evidencia al artista… y a nosotros, frente a una muestra que viene a ser recapitulación, suma esencial de una etapa del pintor, cual ciclo que, una vez ganado para la experiencia y el arte, viene a decirnos, o más bien a anunciarnos, las nuevas posibilidades germinativas de su necesaria evolución.

 Fiesta en la capilla, (2007). Óleo sobre madera.  La verdad desnuda, (2010). Óleo sobre lienzo, (60 x 80 cm).


Ello explica que, junto a obras ya conocidas de Fleitas, en las que hace gala de un dibujo virtuoso, tan propenso a barroquizar instantes y personajes —pienso en sus interpretaciones de Martí— como a detallarnos las premisas de su impulso cromático vital, se agrupen otras sostenidas a expensas de ciertos caprichos del pintor —donde tampoco es de obviar algún que otro demonio—, para llegarse hasta las márgenes de formas y temas más comunes, pero que por la composición y la dramática que los sostienen, nos retrotrae a ciertas obras notorias de la pintura internacional. Tal es el caso de La barca de los locos, donde el plátano-mástil, y el vino que entusiasma a esta particular tripulación, es un remitido, por viejo asomo o instinto visual, a la famosa balsa de Gericault. Aquí el vitalismo no se da por desesperación, sino por  resignación. Nuestro agrio vino sostiene, ridiculiza y, a veces, ampara… Mientras que las aguas del litoral matancero parecen propiciar la mar rizada necesaria para tal traqueteo sobre cubierta.

   
 Puesta en escena, (2005). Óleo sobre lienzo, (35 x 70 cm)  Nuestro vino de plátano (La nave de los locos), 2010. Óleo sobre lienzo, (90 x 146 cm)


La forma muy particular de expresar su tiempo, ajeno a cualquier sentimentalismo de corte nacionalista, enaltece esta vocación, azuza la majestad en que desenvuelve su imaginación, entregándonos partes de esa visión muy suya de la existencia humana y de su ciudad natal, cargada tanto de cotidianidad como de asombro, sin que el alma llegue a hacerse roma por el tránsito continuo del felino. Apostemos por esta demencia, con-sagrada como está en fructificar en nuevos empeños; una vez más, algo nuevo ha de venir de la mano de estos pinceles… Y será tan milagroso como un atardecer.

 
 El alquimista, (2010). Óleo sobre lienzo, (35 x 28 cm)

 

 

Jorge R. Bermúdez
Escritor y crítico de arte
 
Palabras al catálogo de la exposición «CON-sagrada demencia», inaugurada el viernes 25 de junio de 2010 en la Casa Carmen Montilla.

 

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