En la actualidad, la Casita de Martí, bautizada así  por el pueblo cubano,  es uno de los museos más conocidos y visitados del país. Arraigado en la tradición patriótica de varias generaciones, cada año recibe un promedio de alrededor de setenta mil visitantes, fundamentalmente niños y jóvenes.
El Museo fue  pionero en la integración social de los diferentes sectores y grupos etarios de la comunidad (…); así, entre juegos, canciones y rondas,  los niños disfrutaban de un ambiente cultural diferente.
 

Transformaciones en el entorno urbano de la Casa Natal.

En los primeros años de la Revolución se produjeron grandes transformaciones sociales y el pueblo fue preparándose para asumir cada tarea. El entorno urbano que rodeaba la Casa Natal de Martí en la primera mitad del siglo XX —actualmente Concejo Popular San Isidro, en La Habana Vieja, cerca de la Terminal de Ferrocarriles—, resultaba socialmente complejo.  Era un barrio donde proliferó la prostitución, el juego y cuanta actividad ilícita aparecía, practicados por personas que llegaban a la capital en busca de posibilidades de trabajo, y que se quedaron a residir en condiciones de marginalidad que indujeron un marcado deterioro social.
 
En  la primera década de gobierno revolucionario el  área que hoy ocupa el parque comprendía varios inmuebles que entorpecían el acceso al Museo. Contiguo a la casita  se ubicaba un comercio en estado estructural muy precario, con billares y cafeterías,  frecuentados por una clientela de bajo nivel social. En la esquina, hacia la calle Egido, se encontraban cuatro viviendas de dos plantas que fueron dedicadas al negocio de la prostitución; en la otra mitad, que ocupa actualmente el parque, existía un área de parqueo para camiones de carga del puerto y  de los ferrocarriles. En los bajos del edificio, donde hoy se encuentra la librería, se localizaba un bar que después transformaron en cafetería; en la planta baja del edificio 315, donde encontramos hoy el salón de actividades del museo, también existía otro bar, que  convirtieron en carpintería. 1

En medio de edificaciones, en un contexto urbano inapropiado, apenas se podía distinguir la Casa Natal desde la avenida que ocupa la calle Egido. En 1968, año en que se celebró en Cuba el centenario del inicio de la Guerra de Independencia, quedó terminado un proyecto de rehabilitación alrededor de los inmuebles que afectaban la visibilidad de la casa, con un trabajo  integrado en el que se incorporaron organizaciones políticas y sociales del territorio. Se logró un espacio público abierto, destinado a un parque que facilitaría diversificar acciones culturales para apoyar el trabajo del propio museo.  La obra fue concebida por la Comisión Nacional de Monumentos (CNM) y ejecutada por los trabajadores de la Administración Metropolitana de La Habana (gobierno de la Ciudad antes de 1976). Este  parque fue inaugurado oficialmente en un acto cuyas palabras estuvieron a cargo del  entonces capitán Fernando Vecino Alegret.2
La otra casa contigua, por la calle Leonor Pérez, fue una tintorería que, de igual forma, poseía una apariencia que desentonaba con la Casa Natal. Para finales de la década de 1970 se transforma totalmente. Su interior es adecuado para nuevas funciones. Inicialmente se utilizó de almacén de bienes museables, y  después se adaptó como biblioteca y salón de conferencias. Esto permitió que el museo ganara en espacios para poder desempeñar su labor comunitaria.3
Entre las piezas que se introducen con la reapertura del  museo, se encontraba  el busto de Martí de Juan José Sicre que procedía del Museo Nacional,  así como objetos  que se habían preservado de la exposición anterior. Entre estos,  el único óleo al natural que le fuera hecho al Apóstol por el artista Herman Norman;  el grillete que llevó en presidio el joven Martí; la trenza de pelo que le cortaron a los cuatro años; el gorrito de bautizo y otras piezas de mobiliario.4

 

En aquellos primeros momentos se preparó un  proyecto museográfico destinado a exhibir y conservar la colección martiana.  Se trabajó para lograr una coherencia en el discurso museológico, aunque inicialmente predominaban los documentos y las fotografías.   El recorrido se iniciaba  por  la planta alta, desde el  cuarto natal, donde se colocó nuevamente la  tarja que indica el lugar preciso del nacimiento de Martí. La habitación pequeña que se encuentra en los altos –hoy convertida en sala dedicada a la labor de Martí en Tampa y Cayo Hueso– en un inicio fue ocupaba la dirección, el almacén, y el departamento  técnico.
En los años setenta, se realizaron varias intervenciones en el museo que propiciaron una mejor proyección  tanto en su aspecto arquitectónico como museológico.
En la década de los años 70 intervine como trabajador de la CNM en una reparación capital, anexando la parcela de Egido como área pública para actividades vinculadas a la Casa Natal. También se construyó la antigua edificación anexa por la calle Leonor Pérez, acondicionada para biblioteca, y se construyó un cuerpo nuevo de edificio destinado a servicios sanitarios, fuera de la parcela de la Casa Natal, abriéndose un vano de comunicación entre éste y el patio. La antigua fachada con frontón fue intervenida en la década de los años 60 y nunca más fue objeto de trabajos constructivos. Sólo se daba mantenimiento de pintura general, conservando aproximadamente los colores tradicionales de la Casa Natal. Posteriormente, el Dr. Arq. José Linares intervino en un nuevo montaje de exponentes museables.
El anexo de la calle Leonor Pérez era una tintorería que también agredía con su presencia la Casa Natal. La fachada fue rehabilitada, con una reja y el portón de la época en que funcionaba como vivienda. El interior fue remodelado, perdiendo sus características tipológicas para su adaptación a la nueva función bibliotecaria.5
La museografía contempló un nuevo diseño de  vitrinas y paneles, la iluminación partía de cajas de luces y portadocumentos que permitían observar los textos originales de  Martí que se exhibían en la exposición permanente.
Para  1973 comenzó a trabajar el historiador Armando O. Caballero, notable martiano que realizó una intensa labor como guía y comunicador excepcional de la vida y la obra del Apóstol, quien investiga y documenta la historia de la Casa Natal de Martí que nos ha llegado hasta hoy.
En 1977 nuevamente se realiza una restauración, ya en esa época se habían incorporado al museo más piezas de la colección martiana que estaban dispersas en otras instituciones.   
 
Período 1980-1990

A partir de 1980 el Museo  había ganado varias áreas que le posibilitaron hacer un proyecto sociocultural más completo –aunque todavía permanecía abierto el espacio del parque –.  En esta década existe otra visión integradora de la realidad cultural en Cuba, ya la dirección Municipal de Cultura, a la cual pertenecía el Museo, cuenta con un conjunto de instituciones culturales, y  condiciones objetivas para desplegar un amplio trabajo, que antes de esta fecha se realizaba de manera aislada y por iniciativas de algunas instituciones.  Es por esa razón que la estrategia  de trabajo del Museo se incorpora a la comunidad donde está enclavado, como vía efectiva para que el trabajo cultural logre una proyección  más integradora y un alcance que trascienda a lo nacional. 

 

El Museo fue  pionero en la integración social de los diferentes sectores y grupos etarios de la comunidad.  Se destaca en esta etapa la acción cultural Sábado de la Barriada, que  se extendió hasta los primeros años de los 90, para cuya proyección se tuvieron en cuenta las desventajas sociales de muchos niños que vivían en el barrio; así, entre juegos, canciones y rondas,  los niños disfrutaban de un ambiente cultural diferente, que  fue sensibilizando a los vecinos  hacia el respeto y el conocimiento del patrimonio martiano, y el deber social  de cada uno de ellos para conservar este legado.
También se realizaron  actividades dirigidas a divulgar el conocimiento y cultura martiana,  se estrecharon relaciones con el Centro de Estudios Martianos, se ofrecieron conferencias en varias ocasiones, muchas de ellas impartidas  por los mejores especialistas en temas martianos, entre ellos: Cintio Vitier Bolaños, Fina García Marruz, Pedro Pablo Rodríguez y Luis Toledo Sande.  Se abrieron  exposiciones de Artes Plásticas, y se dieron conciertos donde se incluían los versos sencillos musicalizados, así como  encuentros con jóvenes trovadores, cancelaciones postales, campeonatos de ajedrez, y  representaciones martianas que incluían las lecturas por parte de los niños.  Además, innumerables  instituciones civiles y militares de nuestro país venían a las instalaciones del Museo a realizar sus actos solemnes y distinciones, acciones que todavía permanecen de manera tradicional en el Museo.
 En cuanto a la conservación del patrimonio martiano documental, en la exposición permanente se sustituyeron por copias facsimilares los manuscritos originales de Martí, que pasaron a  la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado, para preservar en condiciones idóneas esta colección.

Después de 1990

En documentos archivados en el Museo se describe  la preocupación del personal que trabajaba por perfeccionar las acciones comunitarias. A inicios de los noventa reorganizaron la animación cultural dentro del proyecto del Museo y prepararon espacios fijos dirigidos a los niños y la juventud, con el propósito de mantener vivo el ideario martiano, los cuales se  mantuvieron alrededor de cuatro años dentro del programa de la institución, se destacaron, entre varias acciones: La Peña del Roble, Encuentro con la Historia, Te concerto, Jugamos y Aprendemos, Haydeé Arteaga y los niños, círculos de lectura La Edad de Oro, cursos de pioneros guías del Museo, concursos de declamación infantil,  y otras, que le permitieron una mayor promoción al trabajo sociocultural del centro.

 

A pesar de las carencias económicas que han marcado a nuestro país, después de la ruptura del campo socialista, en los momentos más cruciales de inicios del período especial,  la Casa Natal de José Martí siempre contó con el apoyo del Estado y el gobierno.
A partir de 1994 el Museo dejó de ser administrado por el gobierno municipal y pasó a formar parte de la red de museos de la Dirección de Patrimonio de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, bajo la dirección de Eusebio Leal Spengler. En 1997 se produce otra intervención museológica y museográfica, teniendo en cuenta nuevos criterios para la preservación del patrimonio martiano: se reorganizan los muebles de la colección y se van ubicando según un proyecto museológico preparado por los especialistas del museo y su directora, Zenaida Gómez Taño.
El proyecto fue dirigido por el  Dr. Arq. José Linares y en este montaje se incorpora un nuevo sistema de luminarias a través de carriles orientados, las vitrinas se ubicaron  aprovechando los espacios permisibles  en cada sala; la colección de objetos originales utilizados por Martí, sus familiares y amigos -la más completa que existe en Cuba y el mundo-  fue estudiada con detalles, se logró una muestra más coherente en cuanto a precisión cronológica, se organizaron ocho salas para las que se escogieron nuevas piezas y se logró incorporar una sala ambientada que recrea la oficina de Martí en 120 Front Street. En  general esta intervención museológica aborda a Martí desde múltiples facetas que lo vinculan a la historia latinoamericana y universal y que permiten proyectar la socialización del patrimonio martiano de manera   más adecuada
El parque dejó de ser un espacio público abierto, fue rehabilitado en 1999, protegido por verjas que hacen un conjunto más armónico con la casita, y a su vez permiten una mejor  protección y conservación del lugar.   El 19 de mayo de 2000 se develó en este patio el busto que dedicara al Apóstol el notable escultor santiaguero  Alberto Lescay  Merencio. Hoy este patio se ha convertido en un escenario natural  que identifica  a la casita y permite  la realización de diferentes actividades, desde los matutinos de la escuela Don Mariano Martí, hasta los actos y galas conmemorativas, culturales  o solemnes de diferentes instituciones del país. 
La estructura actual de la institución permite un trabajo mucho más integrador  alrededor del Museo, con funciones que responden a un programa sociocultural que articula  la Biblioteca Especializada Fermín Valdés Domínguez, el Aula Museo (desde 1995), y el salón para exposiciones y actividades (situado en los bajos del edificio 315, inaugurado en 1998).  El personal técnico que labora está compuesto por profesionales calificados  como técnicos en bibliotecología, guías y especialistas en museología, didáctica cultural y conservación. 

Un eslabón importante en la proyección sociocultural del Museo y su impacto en  la educación de las actuales generaciones de cubanos  ha sido la incorporación al programa de Aulas Museos, desde hace más de una década; una idea desarrollada en la Oficina del Historiador de la Ciudad y que en la Casa Natal cobra matices singulares por su conciliación a un programa completo y adecuado a los grados del segundo ciclo  de la enseñanza primaria,  para el mejor conocimiento de la vida y la obra de José Martí, así como un acercamiento a algunas lecturas de la Edad de Oro.  Esto, junto con la permanencia de los niños durante un semestre en el Museo, influye en su formación y constituye un estímulo entre las escuelas del territorio. 
Para los adultos mayores la institución  mantiene un espacio especial, el programa del Desayuno de los Abuelos, auspiciado también por la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, y coordinado inicialmente con entidades de Salud Pública.  A este programa responden  semanalmente círculos y grupos de abuelos de diferentes municipios de la capital, con ellos se comparte la visita al  museo en un momento informal que propicia la oralidad, ejercicios de memorización,  y los vincula con otras acciones del programa que desarrolla el museo, muchos de estos abuelos se han convertido  en público cautivo que se incorpora espontáneamente a cualquier actividad.
Se han marcado otras acciones de animación cultural en la última década, algunas de las más reconocidas son los concursos de  la jornada martiana de enero, constituyen verdaderos festivales martianos, por la frescura y la elegancia que mantiene la nueva generación al expresar a su Martí, tanto en las Artes Plásticas con   Pinta mi amigo el pintor, como en  declamación, con Verso amigo, donde además de interpretar la poesía martiana se les permite crear o improvisar.  Los ciclos de conferencias y eventos científicos como encuentros entre casas natales y memoriales, han sido también destacados dentro del quehacer  de la Casa Natal.
Permanecen entre las acciones culturales más frecuentes los talleres, círculos de interés y las tertulias,  enriquecidas con galas infantiles y  homenajes, así como las exposiciones, conferencias, la Ruta de Martí en La Habana,   y otras iniciativas que se  van incorporando en cada programación.

En la actualidad la Casita de Martí, bautizada así  por el pueblo cubano,  es uno de los museos más conocidos y visitados del país. Arraigado en la tradición patriótica de varias generaciones de cubanos, cada año recibe un promedio de alrededor de setenta mil visitantes, fundamentalmente niños y jóvenes. Importantes personalidades a nivel nacional e internacional han visitado este Museo, frecuentado por instituciones educacionales nacionales y extranjeras durante su estancia en Cuba.  
El Museo, como entidad martiana, tributa el plan nacional «Para continuar estudiando a Martí», rectorado por la Oficina del Programa Martiano y su director el Dr. Armando Hart Dávalos, a través de la que se organizan y articulan acciones que permiten sostener  relaciones de intercambio y colaboración, tanto académica como cultural,  con otras instituciones nacionales que responden a este Plan. Entre ellas el Centro de Estudios Martianos, la Fragua Martiana, el Memorial José Martí y muy especialmente con la Sociedad Cultural José Martí en la Ciudad de La Habana. 
Por la sostenida calidad de su trabajo la institución ha obtenido diversos reconocimientos nacionales, entre los que sobresalen: El Premio Abril(1995) entregado por el Buró Nacional de la UJC, la replica del Machete de Máximo Gómez(2000), entregado por el Ministro de las FAR; el Premio del Barrio(2001), otorgado por la Dirección Nacional de los CDR;  Reconocimiento La Utilidad de la Virtud(2003), entregado por la Oficina del Programa Martiano; Vanguardia Nacional del Sector de la Cultura (2003);  y el  Premio Los zapaticos de Rosa, otorgado por la Organización de Pioneros José Martí de la UJC Nacional (2006).
La proyección del legado martiano en esta casa tiene una connotación diferente, además del conocimiento de la vida de nuestro Héroe Nacional, de aquellos detalles que lo vinculan y lo identifican con tantas otras figuras históricas de evocación universal. La Casa Natal mantiene vivo el corazón de  Cuba,  para honra de ese sabor que deleitó al Apóstol, y que se trata de transmitir a todos y cada uno de los que la visitan:…«¡De todos los cubanos! ¡Yo no sé que misterio de ternura tiene esta dulcísima palabra, ni que sabor tan puro sobre la palabra misma de hombre…».6

Dioelis Delgado Machado
Directora Museo Casa Natal de José Martí



Notas:
1Testimonio ofrecido por María de la Luz Ramírez , directora del Museo de 1963-1990.
2 Revista Bohemia.  9 de agosto de 1968.
3 Periódico Granma,  28 de enero de 1978.  Quedaron inaugurados los locales de la Biblioteca y salón de conferencias Fermín Valdés Domínguez por el viceministro de cultura Alfredo Guevara. 
4 Periódico Hoy.  Domingo, 27 de enero de 1963.  Aniversario martiano en Cuba socialista.  Abren al público la Casa de Martí en el 110 aniversario del Apóstol.
5Testimonio escrito  ofrecido por el arquitecto Daniel Medardo Taboada Espiniella.  Archivo digital del Museo.
6Fragmento del discurso «Con todos y para el bien de todos».  Pronunciado por Martí en el Liceo Cubano de Tampa, el 26 de noviembre de 1891, tomado por el lector de Tabaquería  Francisco María González.  Se reproduce con el título Por Cuba y para Cuba.  
 

Escribir un comentario


Código de seguridad
Refescar