En la colección permanente de la Casa de Asia (Oficina del Historiador) se exhibe una espada japonesa, forjada hacia 1570 por el maestro Kanezumi, radicado en Seki, ciudad que desde el siglo XII es conocida gracias a la calidad del acero producido por los herreros allí asentados.
El arte de forjar espadas japonesas se mantienen como una de las más vivas tradiciones artesanales del metal en el mundo. En la Casa de Asia (Oficina del Historiador) se exhiben obras de la armería del lejano Oriente.

 Esta formidable pieza, denominada katana, ha sido inscripta y autentificada por la Asociación para la Protección y Preservación de la Espada Japonesa (NBTHK), y el paso de cuatro centurias no ha hecho mella en su belleza, diseñada para potenciar al máximo su función primordial: servir como arma.
La espada aparece temprano en la historia de Japón y se menciona incluso en las leyendas de la Creación, de donde adquiere su carácter religioso. Cuentan que un monstruo de ocho cabezas, llamado Yamata no Orochi, atemorizaba a los pobladores del distrito de Izumo. Luego de embriagarlo con sake, Susano-o-Mikoto, deidad del panteón sintoísta, le dio muerte con una espada que el monstruo llevaba al cuello. Esta espada se llamó «Ame no murakumo no tsurugi», que significa «La espada del cielo nublado».
Susano-o-Mikoto le ofreció la espada a su hermana, la diosa Amaterasu Omi no Kami, quien a su vez la entregó a su nieto, Ninigi no Mikoto, junto a la joya y el espejo sagrados. Finalmente, la espada y los demás presentes pasaron a manos de Jimmu Tenno, el primer emperador de Japón, deviniendo símbolos del poder imperial. En nuestros días, esta pieza es conservada y venerada en el Templo Astuta-Daijingu, en Owari.
Si bien ello es fruto de una leyenda, existen pruebas arqueológicas de que hacia el siglo III d.n.e. se introdujeron en Japón técnicas provenientes de China y Corea para fundir y forjar acero.
Ya en el siglo X se puede hablar de una técnica propiamente japonesa que poco o nada tiene que ver con las anteriores, caracterizada por un delicado equilibrio entre lo duro y lo blando: un corazón dúctil para ganar en flexibilidad, y una piel de acero –endurecida por un alto contenido de carbono– para sustentar un filo perdurable.
La técnica de fabricación de una katana está rodeada por una aureola de misterio. El instante cumbre de templar la hoja para su endurecimiento final, es un secreto celosamente mantenido por muchos maestros. No obstante, se sabe que –por su tranquilidad– las horas del alba son el momento propicio para realizar ese ritual, ejecutado con las luces apagadas a fin de apreciar el justo momento en que la hoja toma el color rojo cereza, propio del acero calentado a los 800 C.
Una vez que la hoja es sumergida de golpe en un recipiente con agua, puede decirse que ha nacido una espada japonesa. Como un diamante, ésta necesita ser pulida para poder apreciar la blanquecina y ondulante línea de temple junto al filo, que con sus variadas y caprichosas formas es sinónimo de efectiva y austera belleza.
 La katana siempre estuvo ligada al samurai como símbolo de su status social. El bushido (camino del guerrero), código ético-moral del samurai, recoge e instituye no sólo el riguroso ritual del comportamiento, sino la forma de usar y portar esa arma.Muchas aristas de este código se pudieron apreciar en el cine japonés de las décadas del cincuenta y sesenta. Filmes como Rashomon, Los siete samuráis y Yojimbo cautivaron la imaginación del mundo occidental al mostrarle aspectos de esa cultura distante.
Ese universo sucumbió con la revolución Meiji, que concluyó hacia 1868 con la restauración imperial y la occidentalización del Japón, aboliendo ocho siglos de shogunato y de poder de la casta militar de los samurai. De este modo, mediante un decreto imperial, a partir de 1877 se prohíbe la utilización de la katana. Esa ley constituyó un duro golpe para la forja de espadas, que no por ello dejarían de producirse, aunque en menor grado y destinadas fundamentalmente a ser parte del patrimonio de los templos sintoístas.
Al finalizar la Segunda Guerra Mundial se crea en Japón la Asociación para la Protección y Preservación de la Espada Japonesa (NBTHK), con sede en Tokio, la cual ha fomentado un ligero auge en la producción de hojas, muchas de ellas encargadas por coleccionistas japoneses y extranjeros que pagan fortunas por estas obras de arte confeccionadas con técnicas milenarias.
El arte de forjar espadas japonesas se mantienen como una de las más vivas tradiciones artesanales del metal en el mundo. En la combinación de sus tres elementos básicos: el agua, el metal y el fuego, radica la esencia de su originalidad. De esta unión resulta un arma mortífera, bien balanceada, dura (sin ser frágil) y con el filo de una navaja de afeitar.
En la Casa de Asia, que recientemente ha cumplido su primer aniversario, se exhiben otras obras de la armería del lejano Oriente como es el caso del wakizashi –espada, también japonesa, utilizada para el suicidio ritual (harakiri) de los samuráis–, y el temido kukri del Nepal, usado por la tribu de los gurkhas.

Comentarios   

Gran Mago
0 #1 Gran Mago 28-04-2010 09:17
Las espadas japonesas no son del todo fiables, mis maestros se llenan la boca con la idea de que los daitos(su verdadero nombre)son las armas más fuertes del mundo; no lo creo...
Hay otras armas más poderosas...
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