El Historiador de la Ciudad Eusebio Leal Spengler dejó abierta hoy en la Fototeca de Cuba la exposición «Nostalgias. Serie habanera» del fotógrafo cubano Roberto Salas (Nueva York, 1940). Radicado en Cuba a partir de 1960, este artista cuenta con unas 70 muestras personales y más de 100 colectivas. Por su notable labor, tiene en su haber importantes premios y menciones. En «Nostalgia...», Salas basa su nueva experimentación visual sobre una de las tantas formas de apreciar la ciudad, entregándonos su Habana, o mejor expresado, una de las tantas Habanas que ha creado desde su cámara.


Una fotografía es a la vez una pseudopresencia y un signo de ausencia. Como el fuego del hogar, las fotografías –especialmente de personas, de paisajes y ciudades remotas, de un pasado irrecuperable- incitan a la ensoñación.
Susan Sontag

 

 
 Nostalgias (Serie habanera)

¿Es lo que vemos tal cómo lo vemos? Esta pregunta pudiera parecer ser retórica mas los que han estudiado sobre arte, fotografía incluida, saben que no es así, que la realidad que cualquier persona observa está matizada por diversos elementos y que, vale subrayarlo, puede ser muy distinta a los ojos de muchos. Bastaría, en apoyo de lo que digo, recordar la radical diferencia que sobre la figura humana hubo entre los griegos y los egipcios de la antigüedad, una diferencia tan marcada en concepto, estilo y perspectiva que se ha estudiado desde siempre por los historiadores y las academias de arte  en todas las latitudes. La fotografía, como género reproductor de la realidad (una de sus cualidades pero no la única) introdujo en estos debates artísticos un matiz desconocido hasta entonces: ¿La reproduce (a la realidad)  tal cual o solo se nos da un ángulo matizado y nutrido por el ojo y los propósitos del fotógrafo? Desde luego que la fotografía se alzó a la categoría de arte, entre otras cosas, por la composición, y esta lo que revela es precisamente el talento del artista, es decir su aporte, para recrear la realidad.
La Habana, ciudad varias veces centenaria, ofrece distintos rostros a quienes la observan aunque existan algunas certezas sobre las que nadie osa discutir: su innegable belleza de ciudad marina, resaltada por el espléndido litoral que la bordea, su indiscutible deterioro debido a carencias motivadas por años de desatención, el creativo eclecticismo de una arquitectura que fue modélica hasta la década de los cincuentas, la multifacética y pintoresca trama humana  que la habita, entre otras. De esta manera, y a pesar de que  algunos se afanen en desconocer lo deteriorada que se encuentra (hay hasta quien aprecia belleza en el destrozo, cinismo cruel sin dudas) y cómo se muestra ante nuestros ojos, los artistas persisten en reinventarla, facultad que le es inherente como demiurgos de la imagen; es decir, algunos insisten en mostrarla tal y como está, mientras que otros buscan con otras pupilas nuevas facetas y ángulos de su naturaleza en precario.

 
 Nostalgias (Serie habanera)

Roberto Salas basa su nueva experimentación visual sobre una de las tantas formas de apreciar la ciudad, entregándonos su Habana, o mejor expresado, una de las tantas Habanas que ha creado desde su cámara fotográfica. En una de las últimas exposiciones, Salas abordó el retrato de los cubanos mediante un amplio pesquizaje de rostros, indumentarias y cuerpos realizado a lo largo del país, retablo que constituyó un sereno ejercicio sociológico y antropológico desde la fotografía y que validó sus cualidades como artista del lente. Ahora la retratada es la capital cubana.
Con anterioridad Salas  recorrió temas del desnudo artístico y por supuesto sabemos de su obra historiográfica sobre los primeros años de la Revolución Cubana que le ganó un puesto entre los gestores de lo que se dio en llamar la «fotografía de la épica», todo un período de nuestro arte fotográfico. De manera que estamos hablando de un creador que cambia y renueva sus temas con una frecuencia casi única en el gremio, que experimenta constantemente con su visualidad y no se detiene por mucho tiempo en un punto fijo. Su espíritu se regodea en esa actividad ancestral de mirar ansiosamente todo lo que se mueve a su alrededor,  convirtiéndolo  –ahí es donde aparece el artista- en imagen.
Es nuestra ciudad el tema de sus desvelos en la presente muestra, y utilizando una de las tantas facilidades que ofrece la fotografía digital –de la cual es un profundo conocedor- , eliminando tonalidades y colores, y sobreponiendo las imágenes, nos regala estas vistas muy particulares de esquinas, edificios, calles, transeúntes, en fin de La Habana  palpitante en sus distintas poses. De eso se trata, la ciudad posa para Salas y el artista no pierde la ocasión de retratarla. 
Si en una muestra colectiva anterior (con Liborio Noval y Julio Larramendi) Salas mostró algunas fotografías de zonas de la ciudad resultantes del uso de lentes infrarrojos, ahora nos despliega estas imágenes realmente enigmáticas. Se trata entonces de un misterio  de la visualidad ya que esos contrastes que vemos son totalmente intencionados como pudieran serlo una pincelada en un lienzo o una devastación con la gubia del escultor. Estas imágenes esconden un más allá que reside en la mente del artista. De hecho es una Habana mental (¿o del corazón?), prevista en las meditaciones visuales de Roberto Salas, un desmentido de que la verdad está en  lo que cada uno considera que ve. Son construcciones visuales de un hombre que intenta ver un poco más que lo observado por la mirada corriente, y nos ofrece ese resultado, una mirada otra.

 
 Nostalgias (Serie habanera)

Un juego de espejos? ¿Una trampa visual? Desde luego, pero sin dejar de ser La Habana. Aquí funciona la vieja máxima de que la emoción que contiene una foto viene de la fuerza de la memoria, sobre todo cuando se trata de una imagen sobre la cual existe una vivencia. Y no hay nada más vivencial que la ciudad que habitamos, en la que crecimos, la ciudad hecha de tiempo,  nuestro tiempo. Resulta pues muy interesante entrar en el campo de la mirada que nos propone  Salas, son imágenes inquietantes a la vez que atractivas, una belleza marginal, si esta existe.
Podemos ahora repetir la pregunta hecha al inicio después de ver las fotos de Salas y dejar que cada persona responda. Por lo pronto queda claro, al menos para mí, que la capacidad experimental del artista se pone a prueba una vez más, y que sale con éxito de la misma. Apuesto a que nadie quedará indiferente ante esta rara ciudad (para nada remota sino actual) que, salvo el artista, ninguna otra persona ha visto con anterioridad.


Rafael Acosta de Arriba
La Habana, abril de 2009.


(Palabras al Catálogo de la exposición «Nostalgias. Serie habanera», inaugurada el 12 de junio de 2009, en la Fototeca de Cuba)

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