En el día de hoy, viernes 13 de febrero, la galería de la planta alta del Palacio de Lombillo abrió sus puertas a la exposición «Hacia el poeta», de la artista española María Victoria Nebreda. La exhibición —a disposición del público hasta el viernes 13 d marzo— cuenta con 14 obras abstractas en las que la artista recrea pictóricamente poemas de escritores cubanos como José Martí, Carilda Oliver, y otros hispanos tales como Juan Ramón Jiménez y Ángel López. «Los espectadores podrán reconocer con claridad la energía expresiva, el nivel de desembarazo, y sobre todo la capacidad de síntesis conque la pintora ha sido capaz de ofrecer variables interpretativas de los poemas elegidos», señala el crítico de arte David Mateo en sus palabras al catálogo.

«Durante el mes de noviembre, en la galeria LLoyds Register, la exposición Hacia el poeta mostró por primera vez al público cubano la obra de Nebreda».

Conciliaciones

El tiempo que he dedicado al ejercicio de la crítica y la curaduría en Cuba, ha sido suficiente para convencerme de que el vínculo generado por las artes plásticas con la literatura se apoya en subterfugios más contundentes  y sagaces, que aquellos que soportan la relación con otras manifestaciones artísticas. Se trata de una conexión con basamentos históricos, que en vez de atenuarse con el arribo de la postmodernidad a los procesos creativos insulares se hizo aún más intensa, sofisticada. Tenemos en la actualidad, como evidencia irrefutable de ese pretexto de articulación y complicidad, un sin número de representaciones pictóricas, gráficas, fotográficas e instalativas, que secundan los criterios reflexivos y estéticos  de determinadas producciones literarias. Contamos con nombres de artistas consagrados y emergentes entregados a la actividad ilustrativa y de diseño en proyectos editoriales a lo largo y ancho del país. También a la inversa: múltiples ensayistas, narradores y poetas, reforzando con sus consideraciones los procesos visuales, ofreciendo su respaldo en la sostenibilidad de distintos géneros, algunos calificados infundadamente como seculares. Una vez escribí, con conciencia de riesgo, que si hacíamos un inventario pormenorizado de lo que se ha escrito en los últimos años sobre las artes plásticas cubanas, algunos descubrirían con sorpresa que los escritores han sido a veces mucho más osados y agudos en las interpretaciones de las obras producidas por nuestros artistas plásticos que los propios críticos e historiadores del arte.

Carilda Oliver, Declaración de amor (Acrílico  sobre papel. 155 x 102 cm. 2014)
«(...) Por favor, no apuntéis al cielo
con vuestras armas:
sea sustan los gorriones,
es primavera,
llueve,
y está el campo pensativo.
Por favor,
Derretiréis la luna que da sobre los pobres (...)»

Por eso pienso que, al margen de sus simpatías personales, Nebreda no pudo haber elegido un escenario más funcional que el de La Habana para exhibir sus primeros cuadros inspirados en el quehacer de poetas internacionales, en la voluntad de reinterpretación de algunas obras emblemáticas de estos autores. Su exposición podrá ser valorada más allá de la perspectiva de identificación o dialogo intercultural, cuyos preámbulos motivacionales muestran en sí mismos la proximidad al contexto, el dominio de una serie de conocimientos indispensables como para llevar a cabo una experiencia de compenetración cultural.
En la lista de autores cubanos seleccionados para la elaboración de sus obras no advertimos una pretensión abarcadora pues la cifra resulta ser bastante breve, pero  sí una intención  representativa en cuanto a los criterios de adopción de los referentes (José Martí, Dulce María Loynaz, Nicolás Guillen, Carilda Oliver, Reyna María Rodríguez) Estos literatos encarnan postulados esenciales dentro del recorrido histórico de nuestra poesía, y desde sus universos y sensibilidades particulares han mostrado un nivel de devoción y porfía incorruptibles. Ellos forman parte además de un conjunto mayor, en el que la artista  incluyó también a otros escritores  hispanos cuya influencia ha sido decisiva en la consumación de un derrotero conceptual y metodológico dentro de nuestra literatura, me refiero a Rubén Dario, Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado, León Felipe, Pablo Neruda, Federico García Lorca o Miguel Hernández. Todos estos escritores conservan entre si profundas similitudes en lo que se refiere al comportamiento intelectual y social, a pesar de sus procedencias culturales  y geográficas.
Tampoco podemos dejar de tener en cuenta que Nebreda exhibirá su proyecto curatorial dentro de un ámbito artístico acostumbrado -y más que acostumbrado diría que entrenado- en el fomento de esta clase de experiencias de intercambios gnósticos, interpretativos, entre las artes  plásticas y la literatura, en especial entre la pintura y la poesía, territorios  entre los que transita su propuesta representacional. Nebreda conoce muy bien que la palabra y la imagen han bregado juntas en periodos cruciales de la historia cultural, social e ideológica de la isla, y que ellas han desempeñado, como ninguna otra expresión, un rol decisivo en la exacerbación de aptitudes, compromisos sociales y éticos. Ese raigal condicionamiento parece seducirle, estimularle fuertes expectativas de concurrencia. De cualquier manera,  creo que el público que visite la exposición estará lo suficientemente  preparado para interactuar y valorar estas metáforas inaugurales, estas “palabras visualizadas” que ha creado la artista con técnicas mixtas sobre papel.

Ángel López, La Palabra (acrílico sobre papel. 155 x 102 cm. 2014)
«Espacios y sombras
crea la palabra
que a veces se convierten
en círculos heridos».

En obras de la exposición como El robo, Devoción de amor, La copa negra, Astros, Pájaros del olvido, Fuera de foco, Nanas de la cebolla, La palabra, Piedra de horno, los espectadores podrán reconocer con claridad la energía expresiva, el nivel de desembarazo, y sobre todo la capacidad de síntesis conque la pintora ha sido capaz de ofrecer variables interpretativas de los poemas elegidos. Es un ejercicio bien logrado de amplificación discursiva, alegórica, una acción solventada en el concepto de la parte por el todo, en el que la narratividad, el recuento, ceden terreno frente a la tentativa de conjetura, de fabulación visual. Me atrevería a afirmar que dentro de ese conjunto específico están las mejores obras de la muestra, cuya cifra total es de 25 piezas.  
En las composiciones de algunas de esas obras que he resaltado, uno siente que la autora supera con rapidez  la sublimidad del primer impacto, para interactuar con otras instancias iconográficas y simbólicas más sugestivas y dramáticas. No olvidemos que es el drama, la tensión anímica, existencial, lo que calza de igual modo el sustrato creativo de varias construcciones poéticas escogidas para la exposición. Dentro de las obras que he tenido la oportunidad de apreciar de Nebreda –que no son muchas y en las que he de incluir alguna que otra curiosa pieza objetual- prefiero aquellas donde la transición entre lo sublime y lo dramático se propicia de forma cruda, expedita, inducido además por el uso de pinceladas sueltas y el empleo de tonalidades sobrias como los grises, ocres y negros.
Aunque el papel como soporte, prevaleciente en esta exhibición, no contribuye de manera idónea a facilitar la sensación de intensidad expresiva, de desenfado compositivo típico de su pintura en lienzo, en algunas piezas la artista logra imitar con eficacia, a través del acrílico y otros materiales, las sensaciones de gestualidad en el trazado, de manipulación a relieve, como aquellas que he visto en otros cuadros suyos.  El robo, La palabra y Pájaros del olvido serían tres buenos ejemplos de esta percepción simulada.

Juan Ramón Jiménez, Astros (acrílico  sobre papel. 155 x 102 cm. 2014)
«Por fuera luz de plata,
por dentro fuego rojo,
como los cuerpos mundos
del eterno tesoro».

Al repasar  las obras anteriores que he recibido como material de referencia y las que Nebreda trae a La Habana, desde un matiz de complementación y continuidad, he llegado a tener la certeza de que su producción más trascedente dentro de la pintura abstracta, o al menos la que más me satisface, es aquella donde no hay una voluntad explícita de imitación, de preocupación por los detalles del dibujo (una flor, una hoja, la rama de una planta, un corsé), donde el contorno o la apariencia de las cosas se expresan mediante una pincelada perspicazmente ligera, áspera, desaplicada.    
En la muestra «Hacia el poeta» está presente además la fragmentación compositiva, el juego de contrastes entre los formatos del cuadro y el espacio en el que se ubican, una disposición que cualifica la pintura de Nebreda y que parece estar relacionada además con una inclinación hacia lo volumétrico. Esta propensión hacia el volumen, la tridimensional, se me revela de manera clara en el aspecto texturado de las superficies,  en la ilusión de espacios zanjados, intervenidos, y en  las variantes heterogéneas de montaje. Pienso, digamos, en el díptico basado en la obra del escritor español Ángel López (Es mi grito) y en el tríptico de entramados pictóricos, cercanos a lo Jackson Pollock, concebido a partir de la lírica de José Martí (Perfil de mujer).
Me parece significativo el hecho de que Nebreda mostrará su obra en una etapa en la que en Cuba ha vuelto a cobrar interés la manifestación abstracta dentro de la pintura, un fenómeno que a mi juicio está ligado indisolublemente a esa vuelta al oficio, a ese replanteo del paradigma estético que vivió la plástica cubana a partir de la década del noventa, y que hoy ha estimulado como nunca una indagación en la autonomía procesual y estética del medio. La creadora llega precedida por un conjunto de exposiciones colectivas y de reflexiones críticas en las que se pretende revalorizar el protagonismo de la abstracción cubana en los últimos 20 o 25 años. Casualmente, una de esas mega exposiciones sobre la abstracción y sus principales artífices acaba de exhibirse en la Casa del Alba.. No pretendo inducir en este texto si han sido efectivas o no estás curadurías, y mucho menos verter algún juicio acerca de la legitimidad de las hipótesis que defienden. En realidad solo deseo subrayar la existencia de un ambiente exploratorio atractivo, por momentos “revisionista”, en torno a los modos de la pintura cubana, que podría contribuir a elevar el sentido de oportunidad y de confrontación artística en la exposición de Nebreda.


David Mateo,
crítico de arte.

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