Para despejar el misterio del atril de Cristóbal Colón, que actualmente se expone en la Sala Transitoria del Museo de la Ciudad, el 21 de febrero comienza un ciclo de conferencias sobre Arqueología aborigen cubana, en el Colegio Universitario San Gerónimo de La Habana.

El atril para misal será objeto de una exhaustiva investigación para precisar, entre otras cuestiones, la fecha y el lugar exactos de su confección, así como las especificidades de los materiales que lo integran.

Proveniente del Museo Etnológico-Misionero de los Museos Vaticanos, un atril para misal utilizado por las huestes españolas en el período de la conquista y colonización de Cuba para evangelizar a las comunidades aborígenes, regresa a la Isla para ser exhibido durante un año en la Sala Transitoria del Museo de la Ciudad; con la autorización excepcional del cardenal Tarciso Bertone, Secretario de Estado del Vaticano, y a solicitud de Eusebio Leal Spengler, Historiador de la Ciudad.
Con 31 cm de alto, ocho de largo y 37 de ancho, la pieza pasó, de familia en familia, al tesoro de la Iglesia de Santiago de Cuba hasta que en 1935 fue enviada a la Santa Sede por el arzobispo de esa ciudad, monseñor Valentín Subizarreta, según una de las hipótesis manejadas por Leal Spengler al hablar el 4 de febrero en la ceremonia inaugural de la muestra, en la que también intervino el padre Nicola Mapelli, director del Museo Etnológico-Misionero.
No obstante, aun quedan muchos datos por aclarar sobre la historia del atril, por lo cual se iniciará una exhaustiva investigación para precisar, entre otras cuestiones, la fecha y el lugar exactos de su confección, así como las especificidades de los materiales que la integran: madera, hueso y carey.
Uno de los principales aspectos por dilucidar es la pertenencia originaria del objeto. La ficha de inventario del Museo Etnológico-Misionero atribuye la pieza a «Fray Bartolomeo de las Heras, que fue capellán de Cristóbal Colón durante sus primeros descubrimientos en América».      
Sin embargo, este nombre no aparece entre los 57 conocidos hasta el momento de los 92 expedicionarios. Tampoco lo mencionan los cronistas de la época, ni el propio Colón en su diario y/o Cartas de Relación. 
Unido a la investigación que se llevará a cabo, y que constituye la primera sobre esta pieza, la Oficina del Historiador de la Ciudad, el Museo Antropológico Montané, la Universidad de La Habana, entre otras instituciones, han organizado un ciclo de conferencias sobre Arqueología aborigen cubana en el Colegio Universitario San Gerónimo de La Habana. El mismo comenzará el 21 de febrero con una disertación de Leal Spengler. Otros conferencistas son Alejandro Hartman, Historiador de Baracoa; Raquel Carreras, especialista en identificación y conservación de maderas, así como Lourdes Domínguez y Gavindo de la Rosa, ambos, miembros de número de la Academia de la Historia de Cuba.
Todo ello incrementará el valor del atril, que per se constituye una pieza excepcional dada su «notabilísima antigüedad —comentó Leal—, y que no pudo ser ejecutada por ninguna mano copiando la obra de nadie. Estamos ante un modelo renacentista, una concha perfecta».
Junto a la Cruz de Baracoa, también conocida como Cruz de Parra, y la imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre, el atril para misal constituye una prueba material de la evangelización llevada a cabo en Cuba, y simboliza el encuentro entre el «nuevo» y el «viejo» mundo, proceso que determinó no solo un cambio en el pensamiento de la época, sino también una nueva etapa en la historia de la humanidad.


A la ceremonia inaugural de la muestra del atril para misal, este 4 de febrero, asistieron el padre Nicola Mapelli, director del Museo Etnológico-Misionero, Eusebio Leal Spengler, Historiador de la Ciudad, (ambos en la imagen izquierda) entre otras personalidades como el Arzobispo de La Habana, Cardenal Jaime Ortega (el primero de izquierda a derecha en la imagen siguiente). Desde el día 5, la muestra está abierta al público en la Sala Transitoria del Museo de la Ciudad, la que ha sido habilitada para cumplir con los parámetros idóneos, y mantener la pieza en óptimo estado de conservación (iluminación incandescente, de proyección cromática al 100 por ciento, y una humedad relativa de 60 grados)

Redacción Opus Habana

Escribir un comentario


Código de seguridad
Refescar