Efectuado el jueves, 19 de julio, Andar por plazuelas y callejones II culminó en la plaza de Luz, frente al hotel Armadores de Santander, sitio propicio para actualizar a las familias del proyecto del Paseo Marítimo que desarrolla la Oficina del Historiador.

Descubrir las curiosidades históricas de espacios públicos y pequeñas calles asociadas al litoral de la rada habanera se erigió en objetivo principal del Andar por plazuelas y callejones II. Efectuado el jueves, 19 de julio, la propuesta fue continuar el Andar por plazuelas y callejones que, la semana anterior, recorrió las edificaciones The Bank of Nova Scotia, el Hotel del Marqués de Prado Ameno, el otrora hotel La Fayette, el Bar Lucero y las plazuelas de Santo Domingo, de Cervantes o San Juan de Dios, del Santo Ángel y una visita especial al proyecto comunitario Arte corte.
Con salida de la Plaza de Armas, y guiados por cuatro especialistas de la Dirección de Proyectos, Arquitectura y Urbanismo de la Oficina del Historiador, las familias participantes realizaron la primera parada del trayecto en el monumento dedicado a la memoria de los marinos cubanos abatidos en alta mar por submarinos alemanes durante la Segunda Guerra Mundial.
En nuestra historia, es poco conocido el desempeño de la Marina de Guerra y Mercante de la República en acciones de abastecimiento de combustibles y bastimentos a buques de la coalición aliada que enfrentaban a las fuerzas fascistas de Europa y Asia. Marinos y oficiales de la Mayor de las Antillas integraron las tripulaciones que, con valor extremo, intentaron asolar del Mar Caribe la presencia de submarinos nazis. A ellos se dedica el conjunto escultórico compuesto de una estructura monolítica y esculturas fundidas en bronce. Tiempo atrás, destacó una de las especialistas, se ubicó allí una edificación que fungió como segunda sede de la Aduana de La Habana.
Muy cerca, se encuentra el callejón Enna, la calle más corta de La Habana Vieja, que tomó su nombre del coronel español que enfrentó a Narciso López en la contienda libertaria cubana. No es de extrañar que continua a esta callejuela se halle otra nombraba como el patriota venezolano que arribó por tierras matanceras y fue protagonista de los hechos que, poco después, otorgarían el calificativo de Ciudad Bandera a Cárdenas. El callejón Enna se localiza entre el antiguo edificio de los Prácticos del Puerto —hoy destinado a viviendas— y El Templete, primera edificación de estilo neoclásico que rememora, junto a la ceiba y la columna de Cagigal, la fundación de la villa o la celebración de la primera misa y el primer cabildo.

El peregrinar continuó a la sombra del Hotel Santa Isabel, antigua posesión del Conde de Santovenia, hasta llegar a la intersección de las calles Baratillo y Justiz. Propiedad de un pasado colonial, en ellas palpitan innumerables historias, como pueden ser el por qué del nombre de la primera, que según recoge la tradición se debió a las mercaderías que en ese sitio se ofertaban a precios muy bajos. En cambio, el callejón de Justiz cuenta en su imaginario con la presencia de figuras y de antiguas edificaciones dedicadas al universo de las artes escénicas.
Nuevamente los transeúntes tomaron la Avenida del Puerto para flanquear al actual edificio de la Marina, sitio donde originalmente estuvo emplazada la primera Aduana de La Habana durante la etapa colonial. Gracias a los trabajos arqueológicos realizados en la zona colindante a la casa Pedroso, hoy pueden apreciarse algunos sillares correspondientes a la primigenia edificación aduanera, y huellas ineludibles de pequeños varaderos o careneros dedicados a la construcción y reparación de embarcaciones. La propia casa Pedroso conserva aun restos de huellas de postes que evidencian la posible presencia en el lugar de una grada naval.
Otro espacio de esparcimiento es el parque aledaño a la antigua casa colonial, dedicado a la memoria de la Princesa Diana, necesario reducto de naturaleza que da paso a edificaciones como la Lonja del Comercio, la plaza de San Francisco y el otrora convento del mismo nombre. Tras proseguir por la arteria que delimita la bahía de la ciudad, los participantes pudieron conocer la amplia actividad comercial que caracterizó a esta zona durante la etapa colonial. La presencia de varios muelles a lo largo de su traza permitió el desarrollo del comercio, en sus inicios monopolizado por la Corona española.
Andar por plazuelas y callejones II culminó en la plazuela de Luz, frente al hotel Armadores de Santander, sitio propicio para actualizar a las familias del proyecto del Paseo Marítimo que desarrolla la Oficina del Historiador. Privilegio para los andantes que, cada año, tienen la oportunidad de ver las transformaciones llevadas a cabo en la zona, como el futuro punto de embarque de las populares Lanchitas de los ultramarinos pueblos de Regla y Casablanca.

Fernando Padilla González
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Opus Habana

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