El volumen Antología visual de José Lezama Lima  en la plástica y la gráfica cubana de Jorge R. Bermúdez, fue presentado por el propio compilador en el más reciente espacio Sábado del libro que, como es ya habitual, se realiza en la calle de madera de la Plaza de Armas. Junto a la obra de pintores como Wifredo Lam, Jorge Arche, Mariano Rodríguez, Alfredo Lozano y Antonia Eiriz, el texto contiene imágenes de Chinolope, Juan David, José Luís Posada, Eladio Rivadulla y Pedro de Oraa; así como de José Luís Fariñas, Lorenzo Santos (Losama) y Alexander Cedeño, entre otros

A continuación las palabras de presentación de Jorge R. Bermúdez, quien, con esta Antología visual, suma ya tres compilaciones similares; las dos anteriores fueron dedicadas a José Martí y Ernesto Guevara.

Nunca pensé que mi propuesta de una antología visual a la editorial Letras Cubanas tuviera un recorrido tan ilustre durante el decenio que recién finalizó. A la primera, dedicada a José Martí, el icono de mayor trayectoria de nuestra cultura visual, le siguió la de Ernesto Che Guevara en el 2006. Hoy presentamos la tercera, la del poeta y escritor José Lezama Lima. Entre las dos primeras y la de Lezama, hay una diferencia que, a mi entender, es oportuno destacar, tratándose ya de una verdadera serie: aquellas fueron propuestas por mí a la citada editorial; en esta de hoy, el acto se invirtió, fue la editorial quien me la propuso en diciembre del 2009, con vista al centenario del natalicio del escritor.

Como si fuera ayer, recuerdo aquella mañana en que, en el entresuelo del Palacio del Segundo Cabo, por entonces, sede del Instituto Cubano del Libro, se me hizo tal propuesta. Por un momento dudé; pero, acto seguido, acepté. Tres fueron las razones que me asistieron. La primera, se explica con un refrán de gran sabiduría campesina: «al perro huevero, aunque le quemen el hocico». La segunda, porque me dio la oportunidad de hablar sobre el Lezama que conocí entre 1968 y 1972, cuando, llevado por mi interés por la literatura, entable amistad con él. Mientras otros poetas que decían escribir para el pueblo por la claridad de sus versos, se nos hacían prácticamente inalcanzables, el del verso oscuro, nos abría las puertas de Trocadero 162, exigiéndonos como único requisito amar la poesía. Todos éramos entonces muy jóvenes, estudiantes de artes y letras, becados de la Escuela Nacional de Arte, egresados del primer y segundo llamado del Servicio Militar Obligatorio o simplemente hippies. El hombre nuevo se suponía que naciera de nosotros. Nos impusieron la gran tarea de hacer de esta Isla una tierra para la amabilidad, sin embargo, como diría Brecht, no siempre fuimos amables con nosotros mismos. La tercera y última razón por la que dije sí, fue comprender que se me daba la posibilidad de ampliar desde el arte la bibliografía referida a la obra y vida de Lezama, es decir, desde la obra y la vida de aquellos pintores, fotógrafos, escultores, caricaturistas y diseñadores que, en mayor o menor medida, se vieron involucrados con el hacer y decir del escritor, ampliando la visión y acción de su protagonismo intelectual más allá del texto escrito. Un número importante de obras que ya son representativas del ámbito intelectual y mediático de la Cuba del pasado siglo, no habrían sido posible sin ese encadenamiento entre el escritor y sus amigos artistas, que floreció durante esas estaciones de la imagen, como gustó datar las apariciones de su emblemática Orígenes.
Esta realidad gestada al influjo de Lezama, no tenía sentido que concluyera con su muerte. De ahí que nos propusimos llevarla hasta más allá de su tiempo físico, exponiendo casi todo lo que desde entonces hasta el 2010 se ha concebido por parte de las nuevas generaciones de artistas, donde tampoco faltan diseñadores, caricaturistas, cineastas y pintores. A fin de cuentas, qué son las antologías visuales de Martí y Che, sino la vida que nos entrega el arte de aquellos grandes que ya no están con nosotros, pero cuyo legado nunca ha perdido esa capacidad de servicio a la patria y a la mejor cultura de todos los tiempos.
En consecuencia, en esta que hoy presentamos de Lezama, junto a nombres ya canónicos de nuestra historia del arte como Jorge Arche, Mariano, Lozano o Antonia Eiriz, están otros como Chinolope, Juan David, José Luis Posada, Eladio Rivadulla y Pedro de Oraá, a los que les siguen con igual entrega un número de jóvenes que ya empiezan a sentirse en el arte contemporáneo cubano. Sin embargo, como toda Antología, prevalece una selección. Esta, en particular, ha tenido como guía a Lezama, por las razones antes explicadas. Luego, no están todos los artistas, pero todos los que están lo son. Ese es el riesgo de toda antología, poética o visual, el cual asumo, tal y como lo prescribe la letra de un famoso fado portugués: «Todo lo que es excesivo es muy poco».
Para quien la pintura formó parte esencial de la expresión poética de lo cubano, ya era hora de que las manifestaciones más recientes de nuestra cultura visual también contribuyeran a un mejor conocimiento de su vida y obra. «Sólo lo difícil es estimulante», escribió Lezama. Sea esta, pues, la divisa del nuevo empeño estético-comunicativo que opera desde el inicio del presente siglo en nuestro ámbito artístico, y del cual es la presente Antología… una muestra palpable. La puerta de Trocadero 162 se presenta como el primero de los umbrales a flanquear por nuestros artistas desde el año del centenario del poeta. Asentado ya en su dominio conquistado, cualquier tardanza que a partir de ahora incurra en su tiempo, no será ya más una forma de olvido, sino más bien un respiro en el permanente acto de admirarlo. Ser justos, será otro modo de ser cultos… Y libres.

Jorge R. Bermúdez
Escritor y crítico de arte

Realizado el 6 de agosto, el espacio Sábado del libro en esta ocasión incluyó también la presentación del libro Comer con Lezama, de la autoría de Alejandro Montesinos Larrosa y Madelaine Vázquez Gálvez.

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