Al reflexionar sobre la trascendencia de nuestra arquitectura como expresión de identidad, se impone destacar que la capital cubana posee uno de los conjuntos de arquitectura doméstica más completos en secuencia de evolución de América Latina.
 Los primeros árboles derribados en Cuba fueron convertidos en naves y bajeles. Sobre éstos partieron hacia España cedros, robles, granadillos, guayacanes, daganes, caobas… Mientras, en la Isla surgía un importante fruto del trabajo artesanal: el mueble criollo.
 Feliciana Villalón y Wilson fue la joven cubana que sirvió de modelo al artista encargado de esculpir el Alma Mater que corona la escalinata de la Universidad de La Habana.
 Nuevos estudios históricos y etnográficos, unidos a las vivencias y testimonios de algunos nativos, permiten asegurar la existencia de dos momentos de impronta árabe en la cultura cubana: el hispanomorisco en los inicios de la conquista, y la llegada del gran bloque migratorio arabófono durante los siglos XIX y XX.