Numerosos y disímiles escudos representaron a La Habana durante la época colonial, y en todos –como demuestran estos ejemplos– primó su condición de ciudad fortificada, por encima de la diversidad de estilos y aditamentos.
 Gracias a la consagración y honestidad de hombres como Alfredo Zayas Méndez, logró preservarse el legado de la Oficina del Historiador de la Ciudad.
 El rescate de estos documentos, conservados con celo hasta nuestros días, constituye la génesis del actual proceso restaurador de la Habana Vieja, y constata que —desde sus inicios— tal empeño ha obedecido a un genuino interés histórico-cultural.
 Cada año, el 23 de agosto, la Oficina del Historiador de la Ciudad rinde homenaje a Emilio Roig de Leuchsenring, nacido en esa fecha, en 1889.