Dos hechos memorables son narrados por Juan Gualberto Gómez: la última visita que hiciera a Martí, y la última carta que de éste recibiera, 20 años después de aquel encuentro irrepetible en La Habana.
 Quienes conocieron a Martí en su época de Nueva York y se han referido a su personalidad, coinciden en señalar cuán genuinamente captó sus rasgos el artista sueco Herman Norman en un retrato al óleo. Blanche Zacharie reunió estas y otras anécdotas bajo el título de «Martí, caballero», publicado por primera vez en la Revista Bimestre en 1931.
 El retrato que el pintor sueco Herman Norman hiciera al Apóstol es recurrente en las evocaciones martianas de Federico Edelmann y Pintó, quien a través de su tío Antonio Carrillo y O’Farril, conoció a Martí en Nueva York.
 Martí pidió a su ahijada en carta del 2 de febrero de 1895: «un trabajo de cariño que quiero que hagas, para ver si te acuerdas de mí, y es que vayas haciendo una historia de mi viaje, a modo de diccionario (...)» Cincuenta y cinco años después, María Mantilla evocó momentos de su relación con quien la quiso como una verdadera hija.