Tras ser designado presidente de la República en Armas, el 11 de abril de 1868 durante la Asamblea de Guáimaro, Carlos Manuel de Céspedes desprendió las insignias militares de su traje y las puso a disposición de la Cámara de Representantes.

 San Cristóbal de La Habana fue la tercera villa cubana que contó con un grupo organizado de ciudadanos responsabilizados con la extinción de incendios. En 1835, el Capitán General Miguel de Tacón ordenó la fundación del Cuerpo de Honrados Obreros y Bomberos de La Habana, conocidos como los Bomberos Municipales. Orientado a velar por los intereses comerciales en auge, el Cuerpo de Bomberos del Comercio nació en 1873.
 El incendio del almacén de la ferretería Isasi y Cía, ocurrido el 17 de mayo de 1890, es considerado por varios periodistas e historiadores como uno de los siniestros más destructivos de La Habana del siglo XIX. Uno de los riesgos que enfrenta toda ciudad en expansión es el fuego, muchas veces hijo de la negligencia y el descuido. La Habana no fue una excepción. Eso lo demuestran los incendios que tuvo que enfrentar en su etapa decimonónica.

 En la iglesia, a la sombra del pórtico, el neoclasicismo late en los sobrios contornos de un frontón o tímpano, que en lo alto de la fachada primitiva conforma un espacio triangular del que sólo se pueden observar dos de las tres cornisas del frontispicio y, alineado al eje simetral, un arco ojival que abraza un rosetón.