En este artículo el cronista comenta como el quitrín  y otros carruajes fueron, al igual que el automóvil hoy, símbolos de sus épocas. «Lo que ahora acontece con el automóvil, ocurrió antaño con el quitrín y los otros carruajes, sus sucesores que heredaron las simpatías y el favor públicos de que aquél disfrutó primeramente en nuestra sociedad», dice.

 El articulista comenta sobre la cajita de música mecánica, el piano, la pianola… «precursores de los modernísimos radios de onda corta, el más prodigioso y popularizado de los inventos domésticos contemporáneos».

 Sobre la simpatía que el criollo lleva a límites extremos «imponiéndola como norma suprema de conducta en el trato con sus semejantes», y sobre los pesados a quienes «les es imposible ejercer con éxito la tan lucrativa y cómoda carrera de sabrosones».

 Sobre «una de las más antiguas y venerables instituciones criollas», cuyos orígenes se remontan a los días iniciales de la conquista y la colonización españolas en esta isla, las piñas, que «no solo nacen y se desarrollan en el terreno feracísimo de la política, sino que las encontramos también, vivas y lozanas, en las sociedades o agrupaciones de carácter cultural, benéfico, comercial, industrial y social».