Preocupado por la participación, «por primera vez en Cuba, y tal vez en el orbe, de una mujer en lances caballerescos», el articulista comenta sobre esta actividad «hasta ayer reservadas exclusivamente a los hombres y que se encontraban ya en completa decadencia entre nosotros, al extremo que en aquellas Habladurías clasifiqué el duelo entre las costumbres criollas desaparecidas».

 Sobre el contrabando, uno de los muchos vicios criollos, que se halla «entre las grandes fuentes de corrupción en las costumbres criollas públicas y privadas de todos los tiempos».
 Teniendo en cuenta que «todo buen costumbrista es en el fondo un benefactor de la humanidad, ya que procura con sus criticas el mejoramiento y la felicidad de sus semejantes», el articulista refiere el mal de la rabia, los remedios y modos de evitarlo.
 Una vez más el articulista dedicó su trabajo al juego, que define como «uno de los vicios capitales del cubano de todos los tiempos».