Idolatrada hasta el paroxismo por el público parisino, esta espectacular vedette también actuó en La Habana, y aunque no todas sus estancias aquí fueron felices, ello no impidió que profesara un sincero cariño por la Isla y su música.
 Durante su tercera visita a La Habana en 1953, Joséphine Baker ofreció un almuerzo a un grupo de admiradores cubanos a los que denominó su «familia cubana».
 Por su alta calidad, decoración y abundancia, la loza fina inglesa se impuso en el mundo. Como demuestran las evidencias arqueológicas la ruta comercial del preciado producto también pasó por la villa habanera.
 «Ha ido ganando espacio en la exégesis feminista, la conciencia de la necesidad de un «pathos» crítico, vigilante e irónico (...), que permita caracterizar el discurso femenino como parte de una tradición literaria (...), actitud crítica que ha sido denominada «hermenéutica de la sospecha», afirma la autora del presente artículo.